Francisco Tobajas Gallego
La figura del escultor bilbilitano José Quílez es muy desconocida. En 1682 se documentaba en Bañón, en una comanda junto a otros escultores, y en 1689 y 1692 en San Martín del Río, junto a su esposa. José Gracián, en sus Notas para la historia de Saviñán, señalaba su participación en los retablos de Santa Ana, de la Virgen del Pilar y del Santo Cristo, de la parroquial de Saviñán. También hacía responsable a la familia Quílez del tabernáculo de la capilla de la Virgen del Rosario, pero sin aportar documentos.
El 5 de noviembre de 1703 y ante el notario Pascual Antonio Cebrián, Pedro Lorente, infanzón domiciliado en Zaragoza, y José Quílez, maestro escultor y vecino de Calatayud, acordaban una serie de pactos:
José Quílez debía trabajar un retablo para la capilla que poseía Lorente en la parroquial de Cervera, bajo la invocación de San Miguel. El retablo debía tener dos sotabancos, con el ancho correspondiente, adornado con el dibujo que mostraba la traza. Sobre la mesa del altar debía asentarse su pedestal, adornado con el dibujo que mostraba la traza, con cuatro pinturas que habían de colocarse en él, a costa de Pedro Lorente.
Sobre el pedestal debían asentarse cuatro columnas salomónicas, adornadas de talla, con sus entre columnas adornadas con sus marcos y dos estatuas de escultura, una de San Pedro y otra de San Pablo, con sus repisas, donde se sentarían las tallas y encima sus tarjetas. En medio del cuerpo principal, había de haber un nicho, con un marco recodillado de talla, con la estatua de San Miguel de escultura.
Sobre el cuerpo principal debía sentarse su cornisa, adornada con medallones de talla de buen relieve. Encima de la caja principal, iría un tarjetón de talla de buen relieve y todo lo demás con el orden de la traza. Sobre la cornisa se dispondría su banquillo adornado de talla y molduras, con el orden que mostraba el dibujo de la traza.
Encima del banquillo se dispondría en medio un nicho, con su marco recodillado y la talla de San Francisco de Asís. Se adornaría el resto de pulseras, columnas y tarjetas de remate, con las armas de Pedro Lorente.
Para el centro de la cúpula de la capilla, se haría un florón de talla con relieve.
Quílez debía dar concluida la obra el 14 de septiembre de 1704. Lorente pagaría 2000 sueldos, en tres plazos. 666 sueldos y 8 dineros al presente, otra misma cantidad a la mitad de sus trabajos y el resto al concluir la obra. Para ello los dos se obligaban con sus personas y bienes.
El 8 de enero de 1706 y ante el notario Juan Antonio de Rada, José Quílez y Rosa Bigristin, vecinos de Calatayud, imponían a favor de Isabel García, viuda de Francisco Pérez, 50 sueldos censales, a pagar cada 8 de enero, por 1000 sueldos de propiedad, obligando una casa en la Plaza de la Comunidad, parroquia de San Torcuato, que confrontaba con casa de herederos de Alonso de la Cerda, casas de la capellanía que poseía Juan de Heredia, Plaza de la Comunidad y calle de las Recogidas.
El 10 de septiembre de 1711 y ante el notario Juan Antonio de Rada, el escultor José Quílez y el maestro de cantería Manuel Ayarza, otorgaban tener una comanda de 2000 sueldos de mosén Miguel Gómez y de mosén Juan de Moros, presbíteros y habitantes de Ateca, limosneros de la fábrica de la capilla y altar de Nuestra Señora de la Peana, que se construía entonces en la iglesia parroquial.
El 10 de agosto de 1719 y ante el notario Antonio Sanz de Larrea, José Quílez, escultor, José Morata, carpintero, y Antonio Chamarra, rodeznero, otorgaban tener una comanda de 2000 sueldos de la Cofradía de San José, fundada en la colegiata de Santa María. El mismo día, Esteban Sánchez, carpintero, Francisco Paesa, carretero, y José Marco, zucrero, otorgaban tener una comanda de 4000 sueldos de la misma cofradía.
El 2 de marzo de 1723 y ante Juan Antonio de Rada, José y Francisco Quílez, padre e hijo y escultores, reconocían tener una comanda de 2340 sueldos de Fr. Francisco Tiburcio Carreras, prior de la iglesia de Villalengua.
El 21 de octubre de 1738 y ante el notario Manuel de Rada, el escultor Francisco Quílez nombraba procurador, para que reconociera tener una comanda de 235 libras, de los conservadores de la última concordia de la ciudad de Calatayud con sus acreedores censalistas, y para que confesara haberlas recibido en su nombre.
El 11 de febrero de 1740 y ante el notario José de Rada, Francisco Quílez casado con María Aznar, Valero Ramón casado con María Quílez, Antonio Zabalo casado con Josefa Quílez y Pedro Quílez casado con Ana María Miedes, vecinos de Calatayud, señalaban que sus padres José Quílez y Rosa Bigristin, habían fallecido sin haber hecho disposición de sus bienes, por lo que se consideraban herederos a partes iguales, junto a Rosa Quílez, casada con Francisco Arrué, y Teresa Quílez, casada con Domingo Arrué.
Los arriba nombrados renunciaban a favor de Rosa, Teresa y sus maridos, a los bienes muebles que habían quedado a la muerte de sus padres, con obligación de entregar 24 libras a Pedro y a su mujer, que declaraban haber recibido.
Para el matrimonio entre María Quílez y Valero Ramón, sus padres les habían asignado una casa en la Plaza de la Compañía de Jesús, que confrontaba con el colegio de la misma Compañía y casa del racionero José Martínez, con obligación de pagar 100 libras al convento de San Pedro Mártir, con 100 sueldos de renta anual. El resto de los hermanos renunciaban como herederos, obligando a Francisco y a Domingo Arrué, con sus respectivas esposas, a pagar al convento de San Pedro Mártir 50 libras, que era la mitad del censal, con las pensiones que devengaran desde entonces, con la facultad de redimirlas.