CONFERENCIA SOBRE EL QUIJOTE APÓCRIFO Y LIÑÁN DE RIAZA

Francisco Tobajas Gallego

El pasado 2 de septiembre de 2015 y auspiciada por el Centro de Estudios Bilbilitanos, tuvo lugar en el Salón Multiusos del Ayuntamiento de Calatayud, una interesante conferencia a cargo de Antonio Sánchez Portero, con el título de «Cervantes, el Quijote apócrifo y su escondido autor Liñán de Riaza». José Ángel Urzay Barrios, que se estrenaba en un acto cultural como Presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos, presentó a Sánchez Portero, glosando su trayectoria como escritor, jalonada por títulos tan relevantes como la Noticia y antología de poetas bilbilitanos, con ediciones de 1969 y 2005, varios libros dedicados a la figura de la Dolores y numerosos trabajos relacionados con Cervantes, el Quijote de Avellaneda y Pedro Liñán de Riaza. Este tema sobre el Quijote es de primera actualidad cultural, pues en este año se conmemora el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de Cervantes, como el pasado año se hizo lo propio con el Quijote de Avellaneda, impreso en 1614.

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Sánchez Portero ya sospechó en 1963 que Liñán de Riaza pudiera ser el autor del Quijote apócrifo, leyendo el Quijote de Avellaneda de la colección Aguilar, donde se apuntaba a Liñán de Riera (sic) como posible autor de este Quijote apócrifo. El tema le asaltó de nuevo en el año 2000, mientras preparaba la Segunda noticia y antología de poetas bilbilitanos, editada en 2005. Sánchez Portero asegura que el Quijote esconde un mundo en constante y continuo movimiento, sorprendente y complejo, lleno de enigmas, misterios y esoterismos, como el caso Avellaneda, que todavía sigue sin resolverse en su totalidad. Sin embargo, Sánchez Portero, después de estudiar el tema, siguiendo los pasos de los diferentes especialistas que le han precedido y ampliando sus investigaciones, ha llegado a la conclusión que bajo el nombre de Avellaneda se esconde Pedro Liñán de Riaza.
Miguel de Cervantes siempre quiso ser poeta o dramaturgo, oficios que daban más dinero y prestigio a un escritor del Siglo de Oro. Sin embargo triunfó como novelista. En el Viaje del Parnaso llegó a decir de sí mismo:
Yo que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo.
Cervantes no fue un hombre muy afortunado. Nunca pudo vivir de su trabajo de escritor y tuvo que compaginar la escritura con otros muchos y variados oficios. Tuvo numerosos y serios problemas económicos y sociales. Se le tachó de homosexual y de tener ascendientes judíos. Estuvo preso varias veces en la cárcel, donde comenzó a escribir el Quijote. Era tartamudo, según escribe en el prólogo a sus Novelas ejemplares, de 1613, y por ello se sentía imposibilitado para leer sus propias composiciones en las academias literarias, como era entonces costumbre. Cuando oficialmente aparece la primera parte del Quijote en 1605, aunque un año antes ya se había visto en una librería de Alcalá, después de circular en manuscrito, Cervantes llevaba veinte años sin publicar. Tenía 58 años. Su último libro publicado, La Galatea, databa de 1585. Cuando el cura y el barbero expurgan la biblioteca del hidalgo manchego, aparece La Galatea. Ante el hallazgo, el cura señala: «Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desgracias que en versos»
Sánchez Portero asegura que Pedro Liñán debió escribir el Quijote apócrifo entre 1603 y 1607, fecha de su fallecimiento. Este manuscrito apócrifo se conocería poco después en los círculos literarios, lo que motivó a Cervantes a plantearse la escritura de la segunda parte de su Quijote, según confiesa en 1613 en el prólogo a sus Novelas ejemplares, del que quería excusarse «porque no me fue tan bien con el que puse en mi Don Quijote, que quedase con gana de segundar con éste». Asimismo en el Coloquio de los perros se refiere a una segunda parte que va a escribir. El Quijote de Avellaneda ve la luz en Tarragona en 1614, aunque bien pudo serlo en Zaragoza, Madrid o en otra ciudad. Un año más tarde aparece la segunda parte del Quijote de Cervantes, que es superior a la primera. El Quijote de Avellaneda fue criticado cuando apareció. La crítica actual le ha dado una cierta importancia. Cervantes sabía quién se escondía tras este nombre apócrifo, pero nunca lo reveló. ¿Por qué Cervantes no quiso desvelarlo? Seguramente por no darle notoriedad y fama. En 1599 vio la luz la novela Vida y hechos del Pícaro Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, donde anunciaba una segunda parte. En 1602 se le adelantó otra segunda parte que se firmaba con el nombre de Mateo Luján de Sayavedra, seudónimo del valenciano Juan Martí. Replicó Mateo Alemán en 1604, publicando en Lisboa la Segunda parte de la vida de Guzmán de Alfarache. Atalaya de la vida humana, indicando que él era «su verdadero autor». Como vemos, la respuesta de Mateo Alemán fue inmediata. Cervantes no quiso entrar en el juego y en el Viaje del Parnaso, 1614, Liñán se queda fuera. Anteriormente sí le había dedicado una octava en el Canto de Calíope, que forma parte de La Galatea, ensalzando «de Pedro Liñán la sutil pluma/ de todo bien de Apolo cifra y suma». Sin embargo en el Viaje del Parnaso cita Cervantes a un poeta menor y desconocido, llamado Francisco Calatayud y Sandoval, realzando sus méritos militares y literarios, justificando así que estos «méritos tan excelsos» provocaran una envidia susceptible de producir asombro.
Cervantes escribe:
Digo que es Don Francisco, el que profesa
las armas y las letras con tal nombre
que por su igual Apolo le confiesa.
Es de Calatayud su sobrenombre:
con esto queda dicho todo cuanto
puedo decir con que a la invidia asombre.
Cervantes juega a confundir el sobrenombre con el apellido, siendo esta envidia la causante de escribir la segunda parte de su Quijote, causando por ello asombro.
Sánchez Portero es el investigador que más candidatos lleva propuestos para dar nombre a Avellaneda, después de haber recopilado abundantes y precisos datos biográficos y bibliográficos, y después de haber leído y releído numerosos libros, ensayos y artículos relacionados con este tema. Tiene publicados dos docenas de artículos en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y en Anales Cervantinos, vol. 40, 2008, referido éste a Sansón Carrasco. A esta cuarentena de candidatos, Sánchez Portero les ha probado un traje virtual. El autor del Quijote de Avellaneda era dominico o eclesiástico, poeta, aragonés, buen conocedor de la zona de Ateca, Calatayud, Zaragoza, Toledo y Alcalá, erudito en latines, versado sobre mitología y admirador de Lope de Vega. Este traje virtual le cae bien a Liñán de Riaza, como bien expuso Sánchez Portero en el libro que editó en 2011, Cervantes y Liñán de Riaza. El autor del otro Quijote atribuido a Avellaneda. Sánchez Portero confesó que había visitado a un casi centenario Martín de Riquer en Barcelona, llevándole este libro, pero Riquer no tuvo tiempo de darle su opinión.
A Pedro Liñán de Riaza lo hacen toledano y se sabe que murió en 1607, aunque Baltasar Gracián y otros autores lo consideran bilbilitano. Fue protegido de Francisco de los Cobos y Luna, segundo marqués de Camarasa y conde de Ricla, del que fue secretario por espacio de cuatro años. Primero siguió la carrera de las armas y más tarde estudió cánones en Salamanca. En 1589 era gobernador del condado de Galve, al servicio de Juan Francisco Fernández de Híjar. En 1601 se ordenó presbítero en Toledo y en 1604 entró al servicio del cuarto duque de Maqueda. Al año siguiente el duque lo nombró capellán mayor de la iglesia de su villa de Torrijo (Toledo). Liñán de Riaza fue amigo de Lope de Vega. Se conocieron en 1580, siendo estudiantes en Salamanca. Sánchez Portero considera que sin la participación de Lope, no hubiera sido escrito el Quijote apócrifo. Avellaneda se inspiró en el Quijote de Cervantes y éste hizo lo propio con el Quijote de aquel. También defiende que Cide Hamete Benengeli es un anagrama de Miguel de Cervantes y sospecha que Avellaneda, o sea Liñán, se inventa también a su historiador particular, bautizándole con un anagrama incompleto de su apellido, Alisolán. También tiene claro que el bachiller Sansón Carrasco, que aparece en la segunda parte del Quijote, personifica a Liñán de Riaza. Sánchez Portero encuentra relación entre el médico Pedro Recio de Agüero, contra el que despotrica Sancho porque lo mata de hambre, y Liñán de Riaza. Recio es parecido a Riaza y Agüero, que Sancho convierte en mal agüero, son palabras de una letrilla, perteneciente a un romance de Liñán, Por las cañadas del pino, que dice: «¡Qué mal agüero/trocar la libertad por el apero!». Cuando Cervantes escribe que «con pluma de avestruz grosera y mal deliñada» se atrevió a escribir su libro el «escritor fingido y tordesillesco», se acuerda de Liñán, como el «desamorado Lenio» también tiene correlación con Liñán.
En 2014, la Real Academia Española pasó por alto el cuarto centenario de la edición del Quijote de Avellaneda, que no puede resultar molesto ni repulsivo, pues sin el Quijote de Avellaneda, Cervantes no hubiera escrito la segunda parte de su Quijote. Sánchez Portero defiende que el Quijote tiene tres partes, las dos que escribió Cervantes y el apócrifo, que no desmerece del cervantino. Sánchez Portero señaló que su libro sobre Cervantes y Liñán, editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos en 2011, estaba prácticamente agotado, no así los comentarios, los estudios y otras nuevas perspectivas, que pudieran de nuevo plantearse sobre este apasionante tema del Quijote. Sánchez Portero espera que su hipótesis sobre Pedro Liñán de Riaza, pueda convertirse más pronto que tarde en tesis.

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