Darío Pérez y la escuela elemental del trabajo

CENTENARIO DEL NOMBRAMIENTO DE DARÍO PÉREZ GARCÍA

COMO HIJO PREDILECTO DE CALATAYUD, 1922-2022

Darío Pérez y la escuela elemental del trabajo

Francisco Tobajas Gallego

Ya en la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 9 de enero de 1907, Cipriano Aguilar pedía la instalación en la ciudad de una escuela de Artes e Industrias. Juan Blas apoyó esta iniciativa y propuso que la comisión que se trasladara a Madrid para el asunto de las carreteras, debía ocuparse de este proyecto. Entonces se acordó designar a Blas y a Aguilar para que lo estudiaran y propusieran lo que consideraran necesario.

En la sesión del 8 de agosto de 1913, el presidente del Círculo Católico de Obreros y concejal, Jesús Marco, propuso interesar al alcalde, para que gestionase el establecimiento en la ciudad de una Escuela de Artes e Industrias. La corporación acordó por unanimidad elevar esta instancia al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, recabando ayuda del diputado a Cortes, Gabriel Maura.

En esta misma sesión y a propuesta del concejal Marco, se acordó felicitar a Darío Pérez, por su nombramiento como Miembro de la Legión de Honor francesa. López Ruiz pidió también el cumplimiento del acuerdo municipal, dando el nombre de Darío Pérez a la Plaza del Teatro. El presidente recordó que también estaba pendiente el cambio de nombre de la calle de la Bodeguilla por el de Víctor Balaguer, proponiendo que se anunciaran en el próximo programa de festejos.

Estas iniciativas no tendrían el fruto deseado y habría que esperar hasta 1931, cuando Darío Pérez le daría el impulso definitivo. La primera noticia que se conoce sobre la implantación de esta escuela, la encontramos en las páginas de El Regional, del 4 de febrero de 1931. En aquellas fechas, Darío Pérez señalaba que la creciente población obrera de Calatayud necesitaba un campo experimental donde puedan capacitarse las clases humildes en sus especializaciones preferidas, y ninguno más eficaz que la Escuela del Trabajo. Ella reportará al obrero la ventaja de las enseñanzas profesionales industriales logrando que Calatayud y su comarca, en determinado periodo de tiempo, cuente con una clase obrera bien preparada en sus respectivos oficios, elevando el nivel de la cultura general, con provecho de sí misma.

En el año 1931 Calatayud contaba con un censo de 13.752 habitantes. Era una ciudad comercial, pero entonces se acusaba el problema del paro obrero. Poseía fábricas azucareras, de harina y de chocolate, además de pequeños talleres de cordelería y alpargatas, con mano de obra poco especializada. En 1931, la Cocina Económica daba de comer gratuitamente a ciento cincuenta personas, que se elevaron a cuatrocientas en 1934, que recibían dos comidas al día.

Caricatura de Darío Pérez por del Arco

En el número de El Regional del 24 de marzo de 1931, Darío Pérez consideraba que la Escuela Elemental del Trabajo iba a permitir el desarrollo de los primeros conocimientos científicos del oficio preferido y la práctica consciente del mismo, en una metódica graduación desde aprendiz a maestro profesional. Gracias a su iniciativa, este centro había sido aprobado por la Junta General del Ministerio de Trabajo, en su sesión celebrada el 21 de marzo de aquel mismo año.

En este mismo periódico bilbilitano, el 16 de abril de 1931, José Sinués y Urbiola, catedrático de la Escuela Superior del Trabajo de Zaragoza y diputado provincial, señalaba que la enseñanza que se iba a impartir en la Escuela del Trabajo, había de ser mezcla de pequeña fábrica, enseñanzas gráficas, laboratorios y cátedras científicas, todo coordinado y articulado, de forma tal, que en el ritmo armónico de su conjunto sea la dosificación exacta y el equilibrio tan estable, que al perder alguno de aquellos elementos su peso, forzosamente perderá toda eficacia y se convertiría en un engranaje más, o mejor dicho, en una redundancia de sistemas docentes, que a toda costa debe evitarse.

En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 4 de mayo de 1931, el concejal Luis Zarazaga se refirió a la creación en la ciudad de una Escuela Elemental del Trabajo, de la que no se había dado cuenta aún públicamente al ayuntamiento. Reseñó la valiosa intervención en este asunto de Darío Pérez, leyendo varias cartas del entonces diputado a Cortes, que había enviado a la alcaldía de la ciudad, dando cuenta de sus gestiones en el Ministerio de Trabajo. Estas gestiones habían dado como resultado el acuerdo de la Junta de Obras Culturales, del 21 de marzo pasado, acordando el establecimiento de la mencionada escuela. Zarazaga proponía que el ayuntamiento ofreciera al Ministerio de Fomento el terreno necesario en la Arboleda.

El alcalde, Carmelo Clemente, mostró su conformidad con la proposición de Zarazaga, pero señaló la necesidad de constituir antes el Patronato rector de la Escuela, para que el asunto tomara carácter oficial. La corporación acordó por unanimidad, ofrecer al Ministerio de Trabajo el terreno necesario para la construcción del edificio en el paraje llamado de la Arboleda.

El 8 de junio el presidente informó a la corporación municipal, que estaba en trámite la constitución del Patronato de la Escuela Elemental del Trabajo, que se había concedido a la ciudad, con arreglo a las normas contenidas en el Estatuto de Formación Profesional de diciembre de 1928. Como el ayuntamiento, según este texto legal, debía tener representación en el Patronato, se nombraba al alcalde. El Estatuto de 1928 establecía dos tipos de centros: las Escuelas Elementales y Superiores de Trabajo, y las Escuelas de Artesanos. La enseñanza se encomendaba a patronatos locales y provinciales, constituidos por medio de cartas constitucionales y reguladas por un estatuto. La financiación corría a cargo de los ayuntamientos y diputaciones, en colaboración con el Ministerio de Economía Nacional.

El 27 de julio el alcalde informó que, próximamente, el Patronato interino iba a proceder a la redacción y aprobación de la Carta fundacional de la Escuela Elemental del Trabajo. También anticipaba que la colocación de la primera piedra tendría lugar, probablemente, en uno de los días de las próximas fiestas de septiembre.

En la sesión del 19 de agosto, el presidente informó que había recibido la visita de Francisco Galiay, alto empleado del Ministerio de Trabajo, acompañado de un arquitecto, de José Sinués, profesor de la Escuela Industrial de Zaragoza, y de Darío Pérez, que habían venido a la ciudad a tomar datos para la construcción de la Escuela Elemental. El alcalde anunció que, como miembro del Patronato de la Escuela, participaría a la corporación cuanto se relacionara con este asunto.

El 26 de agosto el ayuntamiento redactó una solicitud al Ministerio de Trabajo, pidiendo ayuda económica para levantar la escuela, respondiendo Galiay favorablemente. El 3 de noviembre se enviaría la Carta fundacional.

La escuela del trabajo en la revista de Aragón, agosto 1932

El 9 de septiembre y en las páginas de Heraldo de Aragón, Mariano Gaspar, ex diputado provincial, señalaba que, dentro de pocos días, Calatayud iba a ver el comienzo de las obras de la Escuela Elemental del Trabajo, que había sido la preocupación constante del diputado Darío Pérez. Se iba a levantar junto al grupo Escolar e iba a reportar a la ciudad grandes beneficios en el orden cultural, social y económico que, junto al instituto, escuelas, academias y a la Biblioteca Gracián, iba a ejercer una gran influencia en la juventud bilbilitana.

En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud del 11 de noviembre, se informó que en el Ministerio de Trabajo, los comisionados habían recibido del presidente de la Junta de Obras Culturales, Francisco Galiay, el proyecto del edificio de la Escuela Elemental del Trabajo. También se anunció que el próximo domingo, día 15, tendría lugar la colocación de la primera piedra, a cuyo acto se había invitado al ministro de Instrucción Pública, a Galiay, a los diputados provinciales y al gobernador civil.

El 17 de noviembre, El Regional describió en una crónica los actos que habían tenido lugar en esta ceremonia. En el Coliseo Imperial había tenido lugar una conferencia de Luis Valeri, secretario del Patronato de Formación Profesional, proyectándose a continuación una película sobre la Escuela de Barcelona. A su término, los participantes se habían trasladado a la Arboleda, donde se había colocado la primera piedra, prescindiéndose de la bendición religiosa. En aquel acto habían pronunciado sendos discursos, el entonces alcalde Luis Zarazaga y Darío Pérez, quien había propuesto nombrar Hijo Adoptivo de la ciudad a Francisco Galiay.

En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 25 de noviembre, el presidente dedicó elogios a Francisco Galiay, presidente de la Junta de Obras Culturales del Ministerio de Trabajo, a quien se debía en su mayor parte el establecimiento en la ciudad de la Escuela Elemental del Trabajo. Por ello consideraba que Calatayud había contraído una deuda de gratitud hacia él y, recogiendo la idea de Darío Pérez, proponía su nombramiento como Hijo Adoptivo de Calatayud, que se aprobó por unanimidad.

La Voz de Aragón publicaba el 27 de noviembre, que la Escuela Elemental de Calatayud, cuyos trabajos iban a comenzar en breve, había sido concedida gracias a la iniciativa, trabajo y celo del diputado a Cortes Darío Pérez y al oficial mayor del Ministerio de Trabajo, Francisco Galiay, por cuyos trabajos el ayuntamiento de la ciudad lo había nombrado Hijo Adoptivo.

            El 4 de febrero de 1932, la Gaceta de Madrid publicaba la aprobación de la Carta fundacional, que había sido formulada por el Patronato Local de Formación Profesional. El 2 de marzo se redactaría la primera acta del Patronato de la Escuela y una semana más tarde, el mismo Patronato se planteaba la necesidad de construir la Escuela, según un proyecto presentado por dos arquitectos de la Junta de Obras Culturales, Manuel Ruiz de la Prada y José Gómez Mesa, que se harían cargo también de la dirección de la obra. Entonces se acordó adjudicar la obra por concurso, que ganaría José Simón Pina.

Heraldo de Aragón informaba el 27 de febrero de 1932, que las obras de la Escuela Elemental de Calatayud iban a comenzar en breve, gracias al envío del ministerio de 25 000 pesetas, que se destinarían a las certificaciones de las obras ya ejecutadas.

El número 83 de la revista Aragón, de agosto de 1932, se dedicó casi por entero a Calatayud, con colaboraciones de López Landa, Justo Navarro, Ángel Marco, Luis Martín Ballestero, Marcelo Catalá, San Nicolás Francia y Francisco Tafalla. Se publicó una página dedicada al Calatayud comercial e industrial, donde se citaban los servicios públicos y las principales industrias y comercios de la ciudad. En este número se reproducía el proyecto de la Escuela Elemental del Trabajo y el programa oficial de ferias y fiestas de septiembre, en el que se anunciaba el reparto de bonos a los pobres y el Homenaje a la vejez en los jardines de la inclusa. También se anunciaban conciertos, a cargo de la Banda de Música de Manises, y verbenas en el paseo de Linares, corrida de toros, novillada económica y charlotada, un festival de jota en la plaza de toros, gigantes, enanos y cabezudos, fuegos artificiales y traca fin de fiestas en el paseo de Linares. Además, se anunciaban pasacalles, rondas, funciones de teatro y cine, partidos de fútbol, carreras de bicicletas, asaltos en los casinos y otras diversiones.

El Noticiero informaba el 7 de marzo de 1934 que, próximamente, la Escuela del Trabajo de Calatayud iba a ser ampliada. El mismo periódico publicaba el 14 de marzo que, acabada la campaña azucarera en Calatayud, se sentía intensamente en la ciudad el paro obrero. Por ello pedía la pronta ampliación de la Escuela Elemental del Trabajo, la construcción de la casa de Correos y Telégrafos, la canalización y ensanche del río Jalón y el derribo del cuartel de la Merced. Hacía ya más de un año que se había acabado el edifico de la Escuela del Trabajo, quedando pendiente una pequeña obra complementaria, referida a la casa del conserje y al cierre de la escuela.

Heraldo de Aragón publicaba el 13 de junio de 1934, que Calatayud había pedido hacía años la cesión del cuartel de la Merced, al que consideraba un edificio ruinoso y antiestético. Este asunto se había confiado a Darío Pérez, pero en 1922, cuando estaba a punto de conseguir esta mejora, la dictadura de Primo de Rivera y el nuevo régimen habían arrinconado este expediente. La oportunidad se presentaría de nuevo al ocupar la cartera ministerial de Guerra Diego Hidalgo, amigo íntimo de Darío Pérez, a quien le interesó por el asunto, consiguiendo la firma del derecho de cesión. Darío Pérez había comunicado la grata noticia al alcalde de Calatayud, que produciría en la ciudad una gran alegría. Con ello, escribía el periódico, Darío Pérez había brindado un ejemplo de constancia y amor a las cosas de su tierra, del que pueden obtenerse provechosas enseñanzas para lo porvenir. La Voz de Aragón, en su número del 10 de junio de 1934, reproducía un telegrama que Darío Pérez había dirigido al alcalde Zarazaga, participándole la cesión del cuartel de la Merced al ayuntamiento.

El 4 de julio de 1935 se presentaría el proyecto de la nueva Carta fundacional de la Escuela Elemental, siendo aprobada por el Patronato. Heraldo de Aragón informaba el 17 de noviembre que, aquel mismo día, sobre las once y media de la mañana, llegaría a Calatayud el presidente del Consejo de Ministros, con motivo de la inauguración de la Escuela Elemental del Trabajo. El mismo medio publicaba el día 19, que el presidente del Consejo de Ministros, Joaquín Chapaprieta, había hecho el viaje a Calatayud en automóvil, acompañado por el diputado a Cortes Darío Pérez, el gobernador civil de Zaragoza, que había esperado al coche oficial en Ariza, y dos periodistas madrileños. De Zaragoza habían llegado el general de la División, delegado de Hacienda y representaciones de la Cámara de Comercio, Caja de Ahorros y Escuela del Trabajo de la capital. Chapaprieta había sido recibido por la compañía del Regimiento de Artillería, visitando la Escuela del Trabajo. Ramón Franco, presidente del Patronato de la Escuela, había pronunciado un discurso, en el que recordó el trabajo de Darío Pérez y Galiay, a quienes agradeció su labor, junto a Ramón Sancho y al Patronato de la Escuela del Trabajo de Zaragoza, por su asesoramiento. Chapaprieta también elogió a Darío Pérez en su discurso, por el interés mostrado en esta obra, que aquel día se inauguraba.

En el banquete ofrecido en el salón de actos del ayuntamiento, ocuparon la mesa presidencial, junto al presidente del Consejo de Ministros, el gobernador civil, general de División, Darío Pérez, juez de Primera Instancia, Ramón Sancho, alcalde de la ciudad, delegado de Hacienda y coroneles del Regimiento de Artillería y de la Guardia Civil. A las tres y media de la tarde, la comitiva partió para Zaragoza. También lo hizo el alcalde Ramón Sancho, con varios concejales.

Heraldo de Aragón, en su edición del 11 de enero de 1936, recordaba la inauguración oficial de la Escuela Elemental del Trabajo en noviembre de 1935, en la que el jefe del Gobierno había prometido que, inmediatamente, serían nombrados los profesores de la Escuela, con objeto que la enseñanza comenzase lo antes posible. Pero los días habían pasado y el curso se iba agotando, sin que los poderes públicos se acordaran de esta promesa. El centro había sido dotado de todo el material y menaje necesarios, para proporcionar las enseñanzas a los obreros bilbilitanos. El Patronato de la Escuela también había realizado gestiones para su apertura, sin ningún resultado. En aquellos días la ciudad había iniciado un movimiento de protesta, pidiendo que el ministerio nombrara a los profesores.

El 10 de noviembre de 1936, El Noticiero informaba que a las cuatro de la tarde del día anterior, se había inaugurado la Escuela Elemental del Trabajo de Calatayud. Recordaba la ceremonia que había tenido lugar en noviembre del año anterior, con presencia de Joaquín Chapaprieta, sin intervención de la iglesia católica, que ahora había estado presente. Ante las autoridades locales y representaciones de los centros oficiales, prensa local y regional, el presidente del Patronato de Formación Profesional, Ramón Sancho, había pronunciado unas palabras, considerando lo que debía ser un centro de cultura obrera y formación de jóvenes. El vicario general, Teodoro Uriarte, había bendecido los locales, colocando en ellos el crucifijo.

Documentos consultados:

Archivo Municipal de Calatayud (AMC), Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1907, Sig. 146-5.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1913-1914, Sig. 153.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1930-1931, Sig. 166.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1931-1932, Sig. 167.

MEDINA MORENO, M. (2008-2009): «La conflictividad obrera en Calatayud durante la Segunda República», Rolde. Revista de Cultura Aragonesa, nº 127-128, Zaragoza.

MERINO MARTÍNEZ, A.R. (2012): «La Escuela de Trabajo de Calatayud (1931-1936)», Estudios sobre historia de la Enseñanza Secundaria en Aragón: actas del II Congreso sobre Historia de la Enseñanza Media en Aragón, celebrado en el IES Goya de Zaragoza del  11 al 14 de abril de 2011, coord. Guillermo Vicente y Guerrero, Institución Fernando el Católico, Zaragoza.

URZAY BARRIOS, J.A. (1995): Educación, cultura y sociedad en Calatayud durante el primer tercio del siglo XX, Institución Fernando el Católico, Zaragoza.

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