Darío Pérez y la fiesta del árbol

CENTENARIO DEL NOMBRAMIENTO DE DARÍO PÉREZ GARCÍA

COMO HIJO PREDILECTO DE CALATAYUD, 1922-2022

Darío Pérez y la fiesta del árbol

Francisco Tobajas Gallego

            El 8 de marzo de 1898, en carta al director de Heraldo de Aragón, el ingeniero Pedro Pella Forgas, solicitaba que se constituyera en Zaragoza una Sociedad de Amigos del Árbol. La idea la apadrinó el director del periódico, Darío Pérez, que publicó un artículo el 30 de junio de 1900, titulado: Por Aragón y por España. Hacía algunos años que se había celebrado en Madrid la primera Fiesta del Árbol, el 26 de marzo de 1896, a iniciativa de Belmas, arquitecto y diputado provincial por Madrid, siendo organizada por la diputación y el ayuntamiento. En mayo de 1896 se constituiría la Sociedad de Amigos de los Árboles de Madrid. Ya por entonces, Heraldo de Aragón había iniciado el pensamiento para que se celebraran también en Aragón, recogiendo opiniones de varios técnicos. Desde aquella fecha, otras muchas ciudades ya la habían organizado: Jumilla, San Juan de las Abadesas, Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Málaga y Barcelona. En el parque de la Ciudadela de la ciudad condal, todavía se conserva el monumento dedicado a la instauración de la Fiesta del Árbol, en abril de 1899.

Fiesta del Árbol de 1915. Madrid. Foto Salazar, Mundo Gráfico, 1915

            Darío Pérez escribía en su artículo del 30 de junio, que gran parte de la tierra aragonesa se moría de sed. El suelo era rico y la población trabajadora. Consideraba que los árboles eran el medio más eficaz para atraer y conservar el agua, templar el clima y prevenir los frecuentes daños producidos por las inundaciones. Aseguraba que con la plantación de miles de árboles, la transformación de la tierra aragonesa sería indudable.

            Darío Pérez afirmaba: En todo país libre, ilustrado y rico hay un ídolo; el Árbol: y una solemnidad; la Fiesta del Árbol. Pensaba que la parte técnica de esta fiesta debía quedar a cargo de las diputaciones provinciales, secundadas por los municipios, de la Granja Modelo y de los ingenieros de montes. Debería celebrarse una fiesta provincial en cada una de las capitales de provincia y otra en los pueblos, que estaría organizada por el alcalde, el párroco y el maestro, en la que los niños de la escuela podían plantar árboles. La celebrada en Zaragoza debía tener carácter regional, acudiendo a ella todas las manifestaciones del saber humano. Darío Pérez pensaba que la Fiesta del Árbol debería prolongarse dos o tres días. Debía presidirla el ministro de Agricultura y las Cámaras Agrícolas podían organizar conferencias. También debían organizarse otros festejos, para que acudieran forasteros y representantes de todos los pueblos de la provincia.

Darío Pérez exponía esta idea desde las páginas de Heraldo de Aragón, para que la región la estudiara, la modificara o bien la desechara. Pero pronto llegaron los elogios y adhesiones a esta idea. El 3 de julio se publicó en Heraldo de Aragón una carta de Víctor Balaguer, dirigida a Darío Pérez, elogiando su artículo. Con ella quería demostrar su cariño y aplauso por esta feliz idea de celebrar la Fiesta del Árbol, que es fiesta de paz, de regeneración, de amor, de cultura, de civilización y progreso. Varios medios de comunicación apoyaron también la idea, como el Heraldo de Madrid, La Voz de la provincia, de Huesca, La Opinión, de Madrid, El Pirineo Aragonés, de Jaca, El Eco del Guadalope, de Alcañiz, La Derecha y el Diario de Zaragoza, ambos de la capital. El 11 de julio, Mariano de Cavia, publicó un artículo en El Imparcial, de Madrid, acogiendo la idea expuesta por Darío Pérez. En él se mostraba partidario de la Fiesta del Árbol, que tendía a fomentar la riqueza forestal de España, animando a celebrarla en todas las regiones.

Para recabar apoyos, Darío Pérez escribió una carta directa, sencilla y franca a su antiguo amigo y entonces ministro de Agricultura, Rafael Gasset. La carta de contestación del ministro se publicó en Heraldo de Aragón el 16 de julio.  Gasset había leído el artículo de Darío Pérez y aplaudía su idea, pues su programa incluía la repoblación y el fomento del arbolado para bien de la agricultura. Además, no hacía muchos días que había dictado una disposición relacionada con el arbolado de las carreteras del Estado. Gasset prometía su cooperación y protección a la Fiesta del Árbol, acudiendo personalmente a los festejos que tuvieran lugar, siempre que se lo permitieran las ocupaciones de su cargo. Con este apoyo ministerial, la victoria estaba asegurada. Darío Pérez apostillaba que nunca habían querido que la fiesta proyectada fuera la fiesta del Heraldo, sino la fiesta de Aragón. Solo apuntamos la idea sin ahondarla, cuando corría el riesgo del desamparo.

En el número del 18 de julio de Heraldo de Aragón, se escribía que, en la iniciativa de celebrar la Fiesta del Árbol, se había procurado huir de todo elogio, dejando de publicar muchas cartas y documentos laudatorios para el periódico, ciñéndose solamente a dar las gracias a sus autores.

El 19 de julio Heraldo de Aragón publicaba una carta de Carlos Quijano, desde Mallén, apoyando la iniciativa del periódico. Consideraba que al esfuerzo individual ha de unirse el colectivo y el gubernamental. Había que interesar a las corporaciones para que empiece el siglo XX remediando, en este punto, los males inmensos que la incuria y la ignorancia, puestos al servicio de la codicia, han causado.

Por aquellas fechas, los labradores del Campo de Cariñena se mostraban intranquilos, pues habían aparecido unos síntomas extraños en las viñas de Cosuenda. Se trataba de la filoxera.

El 21 de julio se publicó en Heraldo de Aragón un artículo de Luis Morote, que reconocía que la Fiesta del Árbol no era muy antigua en España, pues a lo largo del siglo XIX se habían sucedido varias guerras civiles. Afirmaba que estas guerras, con los pronunciamientos, motines populares y golpes de Estado, habían sido nuestra fiesta nacional. Y sentenciaba: Si hace falta alguna revolución es esa, la de la fiesta del árbol. También recomendaba leer todos los artículos de Joaquín Costa sobre este tema, elogiando la idea de Darío Pérez, pues, tras del desastre, era la única política que debemos hacer. La de apartarnos para siempre de aventuras de caballerías andantes.

Fiesta del Árbol 1896. Madrid. Grabados de Comba. La Ilustración española y americana, 1896.

El 23 de julio Heraldo de Aragón informaba de una reunión celebrada en el Gobierno civil. La Fiesta del Árbol comenzaba a ser una venturosa realidad. Darío Pérez, responsable de esta larga reseña, consideraba que la regeneración del país pasaba por el trabajo y la conquista del suelo. La Fiesta del Árbol en los Estados Unidos había logrado plantar, desde 1872 hasta entonces, más de trescientos millones de árboles, que representaban un valor de más de cinco millones de pesetas, suma a la que ascendía el gasto de las últimas guerras coloniales. Además, por tener entonces arrasados sus montes, España debía importar maderas por valor de cincuenta millones de pesetas.

Señalaba que a la prensa le competía una alta función social. Recordaba que no muchos meses atrás, alarmados por la alta mortalidad de Zaragoza, Heraldo de Aragón había levantado una bandera humanitaria, donde había escrito: Política higiénica, logrando despertar y conmover conciencias, con ayuda de los científicos. De aquella campaña había quedado clara una afirmación: o se llevaba a cabo el alcantarillado, o Zaragoza desaparecería. Hacía pocos días que el Ayuntamiento de Zaragoza había aprobado entregar 40.000 pesetas, al mejor proyecto de alcantarillado para la ciudad. En esta ocasión, Heraldo de Aragón señalaba otra nueva política: la Política del árbol.

Darío Pérez recordaba que hacía tiempo que el periódico andaba empeñado en implantar en Aragón el culto al árbol, vistas las zonas despobladas de vegetación, inculcando a las nuevas generaciones el amor a las plantas. Conocidas las experiencias extranjeras y los intentos en España, se habían encariñado con la Fiesta del Árbol. Para ello, Darío Pérez había escrito su artículo publicado el 30 de junio, al que siguieron multitud de cartas, artículos y adhesiones, pregonando su acierto. Habían apoyado su idea propietarios, hacendados, alcaldes y arboricultores, además de hombres de ciencia y de trabajo. Las prensas de Madrid y de Zaragoza habían elogiado este propósito. La idea triunfaba. Darío Pérez había escrito una carta sencilla y breve al ministro de Agricultura, que había contestado a favor de colaborar y patrocinar la idea. Y sentenciaba: Teníamos más de la mitad del trabajo andado.

Tras estos pasos, Darío Pérez visitó al gobernador civil para explicarle la idea. Si Heraldo de Aragón encontraba cerrada la puerta oficial, el periódico tenía intención de organizar la Fiesta del Árbol. Si por el contrario, el gobernador aceptaba y prohijaba el pensamiento, Heraldo de Aragón lo dejaría en sus manos. En aquella reunión, el gobernador Cañizares habló con entusiasmo de la fiesta, acogiendo favorablemente el pensamiento del periódico.

Tras esta reunión, el gobernador citó a su despacho al ingeniero jefe de Montes, que no había podido asistir, por estar ausente de la ciudad, al director de la Granja Modelo y al director de Heraldo de Aragón, Darío Pérez. En esta nueva reunión se acordó citar para el 21 de julio, a todas las fuerzas vivas de la ciudad. A ella asistieron el gobernador civil, provisor y vicario general, en representación del arzobispo, gobernador militar de la plaza, alcalde accidental, vicerrector y rector interino, coronel de la Guardia Civil, presidente de la Diputación provincial, presidente de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y representantes de la Cámara Agrícola y del Consejo de Agricultura, Industria y Comercio, director de la Escuela de Artes y Oficios, presidente de la Academia de Medicina, director de la Escuela Normal, presidente del Ateneo, director de la Escuela de Veterinaria, presidente de la Sociedad de Ganaderos, presidente interino de la Sociedad de Labradores, representantes de la prensa local y del Banco de España, ingeniero del Canal Imperial y Darío Pérez, director de Heraldo de Aragón e iniciador de la idea a discutir.

En esta reunión tomaron la palabra el gobernador y Darío Pérez, recordando la génesis de la idea, que había contado con adhesiones de casi todos los alcaldes de la región y con el beneplácito del ministro de Agricultura, que había ofrecido su cooperación y presidiría la fiesta. Darío Pérez señaló que no se trataba de un festejo pasajero, sino que se quería constituir una Asociación de Amigos del Árbol, análoga a las de los Estados Unidos y Cataluña que, con carácter permanente, contribuyera al fomento del arbolado. El desarrollo de este proyecto se confiaría a una junta central, de la que dependerían las provinciales, con las que tendrían relación directa las comisiones locales, formadas por los alcaldes, párrocos y maestros. Darío Pérez propuso que la Fiesta del Árbol fuera el epilogo de las próximas fiestas del Pilar, no ya para plantar los árboles, porque no era la época más adecuada, sino para la constitución de la entidad proyectada, que presidiría el ministro de Agricultura.

Vista la unánime aceptación del proyecto, el gobernador propuso designar una comisión, para que redactase las bases de la asociación y propusiera los medios prácticos para la realización de la fiesta, recabando el apoyo de corporaciones y particulares. Para formar parte de esta comisión gestora, se nombró al gobernador civil, arzobispo, capitán general, rector de la Universidad, director de la Granja Modelo, ingeniero de Montes, ingeniero de Hacienda y Darío Pérez. El director de Heraldo de Aragón declinó este honor, pero fue obligado a aceptar.

También se acordó telegrafiar al ministro de Agricultura, para informarle de la reunión y agradecerle el apoyo ofrecido para la realización del pensamiento, esperando su valiosa cooperación.

El 7 de agosto Heraldo de Aragón publicó un artículo de Pi y Margall, apoyando la proyectada Fiesta del Árbol en Zaragoza, aunque defendía su celebración en todos los pueblos de España. Consideraba que los árboles que se plantaran en las riberas de los ríos, márgenes de los torrentes, bordes de los caminos, calles y tierras incultas, eran símbolos de libertad para los pueblos liberados y un objeto de culto.

En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 27 de julio de 1900, el presidente había leído una carta que le había dirigido el diputado Andrés Blas y Melendo, recomendándole la celebración de una Fiesta del Árbol, idea que se había iniciado en Zaragoza, en beneficio de la repoblación de los montes del término municipal. La Corporación acordó que la Comisión de Instrucción estudiara el asunto. En la sesión del 1 de agosto, el concejal Francisco Lafuente informó que la Comisión de Instrucción proponía que se convocara a una reunión a las personas más idóneas, para discutir y resolver lo más conveniente sobre la Fiesta del Árbol, como así se acordó. En la sesión del 22 de agosto se leyó una circular del gobernador civil, en la que instaba al ayuntamiento a celebrar una reunión, de la que resultaría elegida una Junta local, que debería ponerse en contacto con la de Zaragoza. Los nombres de los componentes de esta junta, debían enviarse antes de fin de mes. Como la Junta local ya estaba constituida, por iniciativa del ayuntamiento, se acordó enviar todos los antecedentes que se pedían.

El 7 de agosto El Mercantil de Aragón informaba que había quedado constituida en Calatayud la Junta de la Fiesta del Árbol, habiéndose nombrado a una comisión, para que se ocupara del desarrollo de esta idea tan beneficiosa para la prosperidad del arbolado.

Heraldo de Aragón publicó el 10 de agosto una carta de Carlos Castel, dirigida a Darío Pérez, y el día 13 un largo artículo de Joaquín Costa, donde recordaba que en 1805 ya se había celebrado una Fiesta del Árbol en Villanueva de la Sierra, reseñada en el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos.

El Diario de Zaragoza recogía el 14 de agosto que Darío Pérez había propuesto a la Comisión de Festejos, que el programa de las próximas fiestas del Pilar recogiera la plantación de un árbol en la plaza de Salamero, con asistencia de autoridades y corporaciones. Al día siguiente, Heraldo de Aragón informaba que se había comenzado a repartir una circular en todos los pueblos de las tres provincias aragonesas, para que se asociaran a la idea propuesta por Darío Pérez. De la próxima asamblea, que se iba a celebrar en octubre, debía salir constituida la Asociación de Amigos del Árbol.

En días sucesivos se publicarían en Heraldo de Aragón varias cartas y artículos de Teodoro Ducay, del ingeniero Puig y Valls, iniciador de la Fiesta del Árbol en Cataluña, Jiménez Baselga, Gumersindo Fraile, Armentero, ingeniero encargado de la repoblación de Lozoya, Ricardo Codorniu, Juan Ángel de Madariaga y Eustaquio de los Reyes, entre otros. El 31 de agosto Heraldo de Aragón informaba de la constitución de la Comisión Local de la Fiesta del Árbol, en el Ayuntamiento de Zaragoza. El 6 de septiembre señalaba el apoyo a la fiesta proyectada, de los gobernadores civiles de Huesca y Zaragoza. El 13 de septiembre se informaba que Santiago Corella había invitado a los labradores, a secundar la iniciativa de la Fiesta del Árbol. Por estas fechas, el Diario de Huesca publicaba también un artículo a favor de esta fiesta.

Heraldo de Aragón informaba el 27 de septiembre, que el ministro de Agricultura iba a entregar a este periódico 1500 pesetas con destino a la fiesta, para que dispusiera de ellas como estimara más conveniente.

La asamblea de los Amigos del Árbol comenzó el día 15 de octubre en el paraninfo de la Universidad Literaria de Zaragoza, donde se presentó el reglamento. Estuvo presidida por el gobernador civil. El 18 de octubre Heraldo de Aragón reseñaba que la asamblea había resultado solemne, concurridísima, espontánea. Y escribía: La política del árbol quiere levantar el espíritu de los pueblos y educar las generaciones venideras, creando costumbres cultas. Entre las conclusiones de la asamblea estaba la de procurar que se conociera el valor y la importancia del arbolado, para conseguir que fuera respetado, que se cuidara con esmero la riqueza existente, formándose Juntas de Amigos del Árbol, de las cuales serían vocales natos el cura párroco y el maestro, y la creación de una Asociación General en Aragón de Amigos del Árbol. Heraldo de Aragón señalaba: La obra de la asamblea quedará como germen de fecundos provechos nacionales, bien como un loable esfuerzo inspirado en el más puro patriotismo.

La Alianza Aragonesa informaba el 14 de noviembre, que los Amigos del Árbol se habían reunido en casa del diputado Luis Latorre, acordando nombrar secretario perpetuo de la Junta aragonesa a Darío Pérez. Además, se había enviado un mensaje a las Cortes para que, con carácter obligatorio, se celebrara anualmente la Fiesta del Árbol. Otros mensajes se enviaron a las diputaciones provinciales, para que apoyaran las pretensiones de la junta.

El alcalde de Zaragoza se comprometió a llevar a cabo la Fiesta del Árbol al año siguiente, obteniendo el acuerdo del Consistorio.

A finales de 1901, la Junta local de Calatayud solicitó al ministro de Agricultura plantas y dinero, para comenzar el próximo otoño la replantación de la llamada cuenca de la Rúa. En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud del 20 de noviembre de 1907, el concejal Juan Blas y Ubide, como presidente de la Comisión de Paseos y Arbolado, dio cuenta de las gestiones practicadas, para establecer un vivero de árboles en el huerto de la ermita de San Lázaro. En la celebrada el 11 de diciembre informó de la repoblación con árboles, de varias calles y plazas de la población, teniendo proyectado ampliar las plantaciones a otras vías. En la sesión del 8 de enero de 1908, Juan Blas propuso la celebración de la Fiesta del Árbol para el próximo mes de febrero, esperando la concesión de una subvención del Estado. La subvención de 250 pesetas, concedida por la Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio, se dio cuenta en la sesión del 25 de marzo y, en vista que no era la época más adecuada para plantar, Juan Blas señaló que la Fiesta del Árbol debería retrasarse hasta el otoño siguiente. En 1909 se volvió a solicitar subvención para la Fiesta del Árbol al Ministerio de Fomento, a iniciativa de Juan Blas. El alcalde había propuesto la fecha del jueves lardero para esta plantación, invitando a los niños de las escuelas, pero hubo de retrasarse, debido al mal tiempo.

Fotografías:

– Fiesta del Árbol de 1915. Madrid. Foto Salazar, Mundo Gráfico, 1915

– Fiesta del Árbol 1896. Madrid. Grabados de Comba. La Ilustración española y americana, 1896.

Documentos consultados:

Archivo Municipal de Calatayud (AMC), Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1900, Sig. 145-3.

AMC, Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1901, Sig. 145-4.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1907, Sig. 146-5.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1908, Sig. 147-0.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1909, Sig. 148-0.

SIERRA VIGIL, J.M. (2011): La culta y simpática fiesta. La Fiesta del Árbol en la Política Forestal y la Historia de España, Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Madrid.

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