CENTENARIO DEL NOMBRAMIENTO DE DARÍO PÉREZ GARCÍA COMO HIJO PREDILECTO DE CALATAYUD, 1922-2022
Darío Pérez y el traslado de los restos de Vicente de la Fuente a Calatayud en 1922
Francisco Tobajas Gallego
Según relataba el concejal Ramón Ortega, en la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 25 de octubre de 1922, la idea del traslado de los restos de Vicente de la Fuente a Calatayud, había salido del vicario general, Valentín Marco, con motivo del homenaje al escritor Baltasar Gracián, que había tenido lugar en mayo de ese mismo año. El ayuntamiento debió recoger esta iniciativa con sumo interés, confiando los trámites a su diputado a Cortes Darío Pérez, siempre solícito con los intereses de sus paisanos. Darío Pérez debió llevar a cabo todas estas gestiones con mucha diligencia y eficacia, pues a finales de octubre de 1922 se llevaría a cabo el traslado, corriendo los gastos por cuenta del Estado. Darío Pérez, con la familia de Vicente de la Fuente, estaría presente en la Sacramental de San Justo, en el momento de la exhumación, acompañando al féretro en tren hasta Calatayud. También participaría en la velada necrológica celebrada en memoria del ilustre catedrático e historiador.
En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 28 de diciembre de 1889, el concejal Ortega informaba que Vicente de la Fuente había fallecido en Madrid el pasado día 25. Añadía que si la prensa madrileña sin excepción, le tributaba merecidos elogios, el ayuntamiento de su ciudad debía significar de alguna manera su pesar por el inolvidable bilbilitano, que tanto había amado e historiado a su pueblo, siendo acreedor de rendirle un recuerdo. Ortega proponía a la corporación que constara en acta el profundo sentimiento por la muerte de Vicente de la Fuente, que una comisión municipal participara a la familia del fallecido los sentimientos del ayuntamiento y que se acudiera en corporación a sus funerales. Para ello se nombró al presidente y al concejal Larrea para que, en nombre de la corporación, visitaran a la familia del fallecido.
En la sesión del 30 de diciembre, se informó que la comisión municipal había dado el pésame a su hermano Carlos de la Fuente y a su familia. En la sesión del 31 de diciembre se leyó una comunicación del vicario general, invitando a la corporación a los funerales de Vicente de la Fuente, que habían dispuesto el obispo y el clero de la ciudad en la colegiata de Santa María, el próximo día 3 de enero, a las diez y media de la mañana. Por unanimidad se acordó asistir en corporación.
En la sesión del 10 de diciembre de 1890 se informó que Carlos de la Fuente había entregado al alcalde un tomo de la Sociedad Geográfica, en donde se publicaba una conferencia que había pronunciado el socio Manuel Foronda en honor a Vicente de la Fuente, en la que se encontraban numerosos datos sobre la historia de Calatayud. Manuel Foronda había enviado este ejemplar para el archivo municipal. La corporación acordó dar las gracias a Foronda y a la familia de Carlos de la Fuente.
Esta conferencia de Manuel Foronda, pronunciada el 8 de abril de 1890 y titulada «El Dr. D. Vicente de la Fuente como socio de la Geográfica de Madrid», se publicó en el Boletín de la Sociedad Geográfica, tomo XXVIII, primer semestre de 1890. Este elogio a su antiguo catedrático de Derecho, era un encargo a Foronda de la junta directiva. La Real Academia de la Historia también había encomendado un estudio crítico biográfico de Vicente de la Fuente a Bienvenido Oliver, quien dejó a Foronda el estudio del homenajeado como individuo de la Sociedad Geográfica.
Después de recorrer numerosos hechos históricos de Calatayud y su biografía, Foronda repasaba las relaciones de Vicente de la Fuente con las ciencias geográficas. Recordaba su discurso de recepción en la Real Academia de la Historia, sobre las comunidades aragonesas de Teruel, Daroca y Calatayud. También en el tomo III del Boletín de la Real Academia de la Historia, se encontraba un trabajo, esencialmente geográfico, titulado: Expedición científica y artística a la Sierra de Francia, provincia de Salamanca, en julio de 1857. La Academia de la Historia le había encomendado el tomo XLIX de la España Sagrada, en el que se encontraba un verdadero caudal de conocimientos geográficos. «Las comunidades de Castilla y Aragón, bajo el punto de vista geográfico», había sido tema de una conferencia pronunciada por Vicente de la Fuente el 8 de enero de 1880, que fue publicada en el n.º 3 del Boletín de la Sociedad Geográfica, tomo VIII, de 1880.
Foronda recordaba que en marzo de 1880, Vicente de la Fuente había hecho ver la necesidad de un diccionario geográfico universal en castellano, para lo cual la Sociedad Geográfica había nombrado una comisión al respecto. Esta misma sociedad se había preocupado de la necesidad de realizar una nueva división territorial en España, siendo consultado Vicente de la Fuente, según se recogía en el tomo XI, Boletín n.º 8, de 1881.
En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud del 15 de diciembre de 1890, el concejal Benito Vicioso manifestó que todos los vecinos de Calatayud conocían la vasta instrucción, talento y amor a Calatayud, que caracterizaban a Vicente de la Fuente y que había demostrado en los principales centros científicos de España, siendo una persona respetada y admirada por los hombres más eminentes del país. Por ello proponía al ayuntamiento que acordara perpetuar su memoria, dando su nombre a la calle Nueva y cuatro esquinas, pues aún permanecía la casa en la que había vivido, colocando en su fachada una lápida conmemorativa de mármol. Por unanimidad, la corporación acordó lo propuesto por Vicioso.
En la sesión del 18 de octubre de 1922, el concejal Lafuente, como presidente de la comisión municipal, encargada de la organización del homenaje a la memoria de Vicente de la Fuente, con motivo del traslado de sus restos mortales, daba cuenta de los trabajos realizados y del programa de actos que debían celebrarse el próximo día 27. Lafuente rogaba al alcalde que dirigiera una alocución al vecindario, para que se asociara al homenaje, invitando al cierre del comercio y a colocar colgaduras con crespones negros en los balcones de las calles, que había de recorrer la comitiva fúnebre. Por tal motivo se acordó que los gastos que se ocasionaran en este homenaje, fueran a cargo de los fondos municipales.
Al día siguiente se iban a recibir también los restos mortales del que fuera alcalde de Calatayud, Saturio Muñoz, que había fallecido en Madrid hacía cincuenta años, para recibir sepultura en la necrópolis de la ciudad. Por tal motivo se acordó, a petición de Ortega, que una comisión asistiera a los funerales que iban a celebrarse en Santa María.
En la sesión del 25 de octubre, el concejal Lafuente trató de los actos organizados con motivo del traslado de los restos mortales de Vicente de la Fuente, elogiando la labor de José María López Landa, que lo consideraba acreedor a que se le nombrara cronista de la ciudad, como así fue acordado por unanimidad. En la sesión del 2 de noviembre, el alcalde Enrique Bordons se refirió al discurso que había pronunciado Pedro de la Fuente en la velada necrológica, que se había celebrado en honor de su tío, presentando la llave del féretro, donde estaban depositados los restos de Vicente de la Fuente. A propuesta del concejal Ortega, se acordó por unanimidad que esta llave se conservara en una caja junto al retrato del historiador en la Sala Capitular.
Ortega recordó que en la velada necrológica habían estado presentes Valentín Marco, vicario general, iniciador en el homenaje a Gracián de la idea del traslado de los restos de Vicente de la Fuente, y Darío Pérez, que había gestionado todo lo necesario en las altas esferas de la capital. Además, había acudido al cementerio de San Justo, había exhumado los restos del escritor y los había acompañado en tren hasta Calatayud. Por todo ello, los dos debían ser honoríficamente mencionados, como así se acordó.
Ortega debe referirse a una serie de conferencias dedicadas al jesuita y escritor, que se recogieron en una publicación bajo el título Baltasar Gracián. Escritor aragonés del siglo XVIII. Curso monográfico celebrado en honor suyo por la Universidad Literaria y el Ateneo de Zaragoza, en el año 1922, Zaragoza, Diputación Provincial de Zaragoza, Imprenta del Hospicio Provincial, 1926. En él se recogía una «Oración fúnebre en los funerales del R P Baltasar Gracián de la Compañía de Jesús, celebrados en la iglesia parroquial de Belmonte de Calatayud el día 13 de mayo de 1922», a cargo del R P Darío Hernández, S J. A ella asistieron el provisor y vicario general, Valentín Marco, y el rector de la Universidad de Zaragoza, Ricardo Royo Villanova.
El Sol publicaba el 26 de octubre de 1922, que el ministro de la Gobernación se había asociado al homenaje póstumo al historiador fallecido, siendo los gastos del traslado por cuenta del Estado. La exhumación estaba prevista para este día 26, siendo acompañado el féretro por familiares y por el diputado Darío Pérez. En Calatayud cesaría la vida industrial y comercial, se enlutarían los balcones y se celebraría una velada literaria, con otras demostraciones de duelo.
La Época publicaba el 27 de octubre, que en el cementerio de la Sacramental de San Justo habían sido exhumados los restos del catedrático de la Universidad Central e historiador, Vicente de la Fuente. Habían asistido al acto el sobrino del escritor y arcipreste del Pilar de Zaragoza, Vicente de la Fuente, en representación de la familia, el diputado a Cortes Darío Pérez y una comisión bilbilitana. En la capilla de la sacramental se había rezado una misa y, acto seguido, los restos se habían trasladado a la estación del Mediodía, donde habían sido colocados en un furgón, convertido en capilla ardiente, que se había unido al tren correo en dirección a Calatayud. También reseñaba la inhumación de los restos en la colegiata de Santa María.
Estos actos del traslado se recogieron en el tomo 81, diciembre de 1922, del Boletín de la Real Academia de la Historia. Este homenaje a la buena memoria de Vicente de la Fuente, se había celebrado en Calatayud el viernes 27 de octubre. El Gobierno había acordado que la traslación de sus restos, desde la Sacramental de San Justo hasta Calatayud, tuviera carácter de homenaje nacional, sufragando los gastos. En Calatayud, el féretro había sido llevado por los sobrinos del historiador, siendo recibido en la Plaza del Fuerte por el ayuntamiento, Diputación provincial, representantes en Cortes, clero, milicia, Universidades de Madrid y Zaragoza, y de la Real Academia de la Historia.
Se formó un cortejo presidido por el cardenal-arzobispo de Zaragoza, obispo de Tarazona, gobernador civil, rector de la Universidad, presidente de la Audiencia de Zaragoza, comandante militar y representante de la Academia de la Historia, siendo precedidos por la Guardia civil a caballo, niños de las escuelas, clero con cruz alzada y gran número de vecinos. En la colegiata de Santa María había tenido lugar el solemne funeral, cantándose la misa de Perossi y pronunciando una elocuente oración fúnebre el canónigo de Zaragoza, Santiago Guallart.
Por la tarde en el teatro Principal, había tenido lugar una solemne velada necrológica, en la que tomaron parte el alcalde de Calatayud, Enrique Bordón; el síndico Ramón Ortega; José María López Landa, cronista de la ciudad y correspondiente de la Academia; Valentín Marco, vicario general; el ex alcalde Francisco Lafuente; Salvador Minguijón, catedrático de la Universidad de Zaragoza; Darío Pérez, diputado a Cortes, y Eduardo Ibarra, en representación de la Universidad de Madrid y de la Academia. En este homenaje, había dado las gracias en nombre de la familia Pedro de la Fuente, sobrino del homenajeado y abogado fiscal de la Audiencia de Zaragoza, cerrando el acto el Gobernador civil, en nombre del Gobierno, y el cardenal-arzobispo Soldevilla, que había presidido el acto.
En este mismo boletín se reprodujo el discurso del académico Eduardo Ibarra, que había pronunciado en nombre de la Real Academia de la Historia y de la Universidad de Madrid. En él recordaba su encuentro con Vicente de la Fuente en el invierno de 1887, acompañado de su padre, «buen amigo, compañero y paisano», que había tenido lugar en su modesto piso de la calle de Valverde. Sucesivas visitas le fueron descubriendo poco a poco las cualidades intelectuales de aquel hombre «alegre, socarrón, graciosísimo y acertado en sus juicios de personas, doctrinas, libros y tendencias en boga; su casa fue en aquellos primeros meses de adaptación madrileña mi puerto de refugio espiritual, el lugar de consulta y de información científica, y pude apreciar entonces la extraordinaria y variadísima cultura de aquel hombre que, con la mayor sencillez, bondad y llaneza, citaba libros y libros, sirviendo de guía y conductor al principiante». Ibarra reconocía que solo había conocido a dos eruditos de su mimo tipo, Menéndez y Pelayo y Eduardo Hinojosa.
Ibarra recordaba que Vicente de la Fuente había escrito sobre numerosas y variadas materias, citando sus Estudios críticos sobre la Historia y el Derecho de Aragón, como «uno de sus libros más eruditos, desenfadados y geniales». Elogiaba su labor en las Academias de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas, aunque consideraba que su verdadero campo de acción había estado en su cátedra diaria, «convertida, por su ciencia, sencillez y gracejo baturro, en lugar apacible y deleitoso». Señalaba que Vicente de la Fuente, sin «trampa ni artificio, con sencillez y llaneza, enseñaba, no sólo a saber, sino a dudar y a confesar la ignorancia». Su variada y copiosa labor intelectual la había recogido su amigo y compañero, Alejandro Pidal, como apéndice a la necrológica leída el 10 de junio de 1890, ante la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Calatayud también le debía el relato de su propia historia, sin pedir nada a cambio. Ibarra creía que la presencia de Vicente de la Fuente estimularía el recuerdo de su vida y de sus obras, sirviendo de modelo a nuevas generaciones.
Documentos consultados:
Archivo Municipal de Calatayud (AMC), Libro de actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1889, Sig. 141.
AMC, Libro de actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1890, Sig. 142-2.
AMC, Libro de actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1922, Sig. 161.
Las fotografías han sido facilitadas por la Asociación Torre Albarrana.