Presentación del libro El retablo mayor de San Pedro de los Francos de Calatayud

Francisco Tobajas Gallego

            El pasado 10 de septiembre de 2019 se presentó en la iglesia de San Pedro de los Francos de Calatayud un libro dedicado a su retablo mayor, que ha editado el Centro de Estudios Bilbilitanos.

            En la introducción, el profesor Criado Mainar enumeraba los talleres y artistas que llevaron a cabo varios retablos policromados a lo largo de los siglos XVI y XVII en la Comunidad de Calatayud.

            Rebeca Carretero dejó constancia de la importancia de este templo bilbilitano, pues en él se habían celebrado las Cortes de 1461, donde se había proclamado heredero del reino al príncipe Fernando, más tarde Fernando el Católico. En este mismo escenario se constituyó el primer Gobierno de la Comunidad Autónoma de Aragón en 1978, aunque un año más tarde comenzaría su restauración, debido a su mal estado. En el año 2002 se puso en marcha otra nueva fase de restauración, que comprendería de 2006 a 2012.

            El edificio, que es monumento de interés histórico artístico desde 1931, se construiría a mediados del siglo XIV. El cuerpo de campanas de la torre fue demolido en 1840, con motivo de una visita de la reina Isabel II, que pernoctó en el vecino palacio de Warsage con su madre, la regente María Cristina.

            En una visita pastoral que tuvo lugar en 1567 se enumeraban los diferentes retablos y capillas de San Pedro de los Francos, que dejó de ser parroquia en 1874. En 1905 se hicieron cargo del templo los misioneros de la Congregación del Inmaculado Corazón de María.

            El retablo mayor de San Pedro se llevó a cabo en la década de 1650, por el ensamblador Pedro Virto y el escultor Bernardo Ibáñez. No se ha encontrado el contrato, pero su estructura es idéntica a los retablos mayores de Alhama de Aragón, debido a Pedro Virto, y al de Villarroya de la Sierra, obra de Ibáñez, ambos posteriores al retablo de San Pedro de los Francos.

            El dorado y la policromía del retablo, llevados a cabo entre 1654 y 1658, se deben a Juan de Lobera y a sus hijos José y Francisco.

            Los trabajos de restauración de este retablo han corrido a cargo de Ana Sánchez Ibáñez.

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