EL CÍRCULO CATÓLICO DE OBREROS DE CALATAYUD  EN LA ÉPOCA DE JUAN BLAS Y UBIDE (I)

CENTENARIO DE JUAN BLAS Y UBIDE, 1923-2023

Francisco Tobajas Gallego

            En 1878 nacía en Huesca el primer Círculo Católico de Obreros, denominado Círculo de San Lucas evangelista. En diciembre de 1882, el Círculo de Teruel presentaría sus estatutos para su aprobación. Tras el Círculo de Calatayud fundado en 1886, nacería el de Caspe en 1890, el de Jaca en 1894, los de La Almunia de Doña Godina  y Villarroya de la Sierra en 1895, y en 1901 el de Sos.

            El 11 de noviembre de 1885, La Alianza Aragonesa informaba que todos los periódicos católicos publicaban integra la encíclica Inmortale Dei, del papa León XIII, sobre la constitución cristiana del Estado, donde señalaba que los católicos podían participar en las evoluciones políticas de la actualidad. El 8 de diciembre de 1885, La Derecha recogía una información aparecida en El Diario de Calatayud, dando cuenta de una reunión de gran número de artesanos en el segundo piso de la sede del Casino de Labradores, situada en la Plaza de Santa María, para poner en marcha un Círculo Católico de Obreros. La Derecha publicaba el 18 de diciembre de 1883, que el gobernador había aprobado el Reglamento del Casino de Labradores de Calatayud. El mismo periódico informaba el 8 de enero de 1884, que el día anterior se había inaugurado el Casino de Labradores, que se había establecido en el entresuelo de la casa de Saturio Muñoz, con participación de la Banda de Música la Unión Bilbilitana. Desde los balcones del casino se habían lanzado al público, aglomerado en la plaza del Carmen, gran cantidad de dulces.

            El jesuita Antonio Vicent (1837-1912), había creado en 1879 los círculos católicos, basados en los círculos de obreros franceses. Eran a modo de casinos populares, confesionales, interclasistas, pues unían a patronos y obreros, y desligados de cualquier partido político. Su finalidad era la promoción integral de los trabajadores, como así lo recogían sus cuatro fines: religioso, instructivo, económico y recreativo. Salvador Minguijón y Severino Aznar escribieron sobre el P. Vicent en las revistas La Paz Social y la Revista Social.

            La Derecha publicaba el 30 de enero de 1886, que las autoridades de Calatayud, habían informado favorablemente de la creación de un Círculo Católico de Obreros, cuyo Reglamento se remitía aquel mismo día al gobernador civil para su aprobación.

            La primera Junta General del Círculo Católico de Calatayud se celebraría el 21 de febrero de 1886, bajo la presidencia del consiliario mosén Justino del Amo, que había sido nombrado por el obispo. El presidente informó de la aprobación del Reglamento por las autoridades civil y eclesiástica, pasando a votar a los componentes de la Junta Directiva. Tras la votación secreta en una urna, resultó elegido presidente del Círculo Juan Blas y Ubide, con noventa y siete votos, vicepresidente Juan Manuel Floría, depositario Julián del Pueyo, secretario Benito Herreros, vicesecretario Amado Malo y vocales Melchor Martínez, Ponciano Antón, Miguel Pardos y Santos Gil. 

En la Junta General del 14 de marzo, el presidente Juan Blas agradeció su reciente elección, manifestando que los fines del Círculo se irían desarrollando a medida que lo permitieran las circunstancias, siendo objeto de atención preferente de la junta las cuestiones referidas a la enseñanza y al socorro de los socios enfermos, aunque esta última debía aplazarse, hasta que la sociedad hubiera pagado los gastos de instalación y dispusiera de algunos fondos. En esta junta se acordó celebrar la inauguración del local del Círculo el 25 de marzo, festividad de la Anunciación, con la comunión general y fiesta dedicada a su Patrono San José, en Santa María, distribución de comidas para los presos y ancianos de las Hermanitas de los pobres, y sesión literaria por la tarde.

En la Junta Directiva celebrada el 28 de marzo, el presidente informó haber recibido un telegrama del cardenal Jacobini, en contestación a otro enviado por acuerdo del Círculo, en el que se pedía la bendición apostólica. Decía: Con fraternal afecto Su Santidad envía la implorada bendición a los socios del Círculo Católico de Obreros de Calatayud. Se acordó imprimirla a continuación del Reglamento y repartirla entre los socios, como asimismo la gracia del obispo de Tarazona, que concedía cuarenta días de indulgencia, a los socios que asistieran a los actos religiosos que marcaba el Reglamento y otros cuarenta días cuando lo hicieran con devoción, fuera de estos días señalados.

Local. En un primer momento el Círculo compartió sede con el Casino de Labradores, repartiéndose algunos gastos comunes. A finales de febrero de 1886 se comprarían catorce mesas de pino, cuarenta y nueve taburetes tapizados, veinticinco metros de otomana, con respaldos tapizados, tres cortinas de la misma tela, cinco aparatos de alumbrado, una estufa, cinco perchas, objetos de escritorio y la mitad del servicio de café y mobiliario de la sala de lectura, que era común con el Casino de Labradores. La comisión interina del Círculo había contratado como conserje a Higinio Paesa y había alquilado a Pascual Blas el segundo piso de la calle de las Aulas nº 23. En marzo se acordaría completar las otomanas a todo el salón, el arreglo de las cortinas y la fabricación de dos pabellones para los balcones, así como la compra de seis mesas de mármol, veinticuatro taburetes, un armario para la biblioteca y un archivo, además de un sello y papel para los oficios. También se acordaría la pintura de las paredes y techos.

Por consulta al consiliario, se acordaría la suscripción a varias publicaciones católicas: Revista Popular, La Lectura Popular, El Obrero de Nazaret, El Propagador de San José, Diario de Calatayud, La Ilustración Católica y la Revista de Conocimientos Útiles. Se nombró a una comisión, compuesta por el consiliario y otros socios, para que fomentaran el ingreso de socios honorarios y suscripciones voluntarias, para hacer frente a los gastos de instalación del Círculo, dirigiéndose a personas con sentimiento católico. El presidente, Juan Blas, cedió en marzo y por tiempo indefinido un armario para la biblioteca, poniendo en noviembre a disposición del Círculo, siete mesas para las escuelas y un mapa de Europa para el salón.

A principios de marzo de 1886 se acordó gestionar de la Academia de San Miguel un préstamo de libros, invitando también a los socios a la donación de ejemplares. Por aquellas fechas se acordó imprimir mil ejemplares del Reglamento del Círculo, quinientos libramientos, otros quinientos títulos de socios activos y doscientos de honorarios y protectores, la compra de un libro para recibos y un cuadro para los anuncios.

En mayo y en agosto de aquel año se compraría una escribanía de bronce, persianas, colgaduras y cuatro faroles para los balcones. El 2 de noviembre se acordaría hacer una caja para la cera, un cajón para el estandarte y tapizar la mesa para las conferencias.

En la Junta Directiva del 8 de noviembre, se agradeció a Alberto Espinosa la donación de los retratos de Pío IX y León XIII, que había dibujado, a las Salesas por la construcción sin coste alguno del estandarte y a Ramón Ortega por la donación de 300 reales, que había hecho en memoria de su padre, Julián Ortega.

En la Junta Directiva del 15 de septiembre de 1887, se trató de la conveniencia de trasladar el local del Círculo a una casa del barón de Hervés, que ofrecía en arriendo. La Junta General del día 18 acordó el traslado a esta casa del barón, sita en la calle Paciencia, avisando a su apoderado, Mariano Lahoz, y a Pascual Blas. Por este local del barón se pagaban 500 reales por trimestre. En la Junta Directiva del 15 de octubre, se nombró a una comisión para que, con la del Casino de Labradores, llevaran a cabo la partición de muebles, del servicio y del resto de los efectos que compartían. Este día se acordó anunciar la vacante de conserje, con 2 reales de haber diario, admitiendo solicitudes hasta el día 30. Se pedía que fuera católico, apostólico y romano, además de tener buena conducta. Debía tener experiencia en este oficio, obligándose a la manutención de las luces, estufas y expender los géneros que le señalara la Junta Directiva. El 30 de octubre se informó de la presentación de cuatro solicitudes para conserje, acordándose nombrar a Sebastián Blasco.

Para hacer frente a los gastos del traslado, se acordó emitir sesenta acciones de 25 pesetas cada una, para que la comisión intentara distribuirlas entre los socios. Se amortizarían según permitieran los fondos. El 8 de noviembre se informó de la terminación de las obras en el nuevo local, acordando hacer el traslado al día siguiente, inaugurándolo el domingo día 13 con una velada.

En marzo de 1888, el círculo se suscribiría a La Ilustración Católica de Madrid y a El Pilar, con veinticinco ejemplares. Visto el buen estado económico del Círculo, el 26 de noviembre se acordaría la compra de un piano o armonio, y tableros de mármol para las mesas. Este año se adquirió también un cuadro de Juana la loca. A partir del año próximo y para favorecer la concurrencia de socios a las conferencias dominicales, se acordó sortear algún regalo entre los socios presentes, premiando a los que se distinguieran por su aplicación y conducta. En la Junta Directiva del 16 de diciembre, el presidente informaba de la compra de un piano a Tomás Marco. En la del 31 se nombraría a una comisión para examinar el estado de la cocina, que se había entregado al conserje bajo inventario, obligándole a retirar las piezas inservibles y a sustituir las que faltaran. También se acordó amortizar las acciones emitidas en 1887, para cubrir los gastos del traslado del local, comenzando por aquellas que se amortizaran voluntaria y gratuitamente, haciendo público el nombre del donante, para que sirviera de estímulo al resto.

El Círculo se adhirió al Congreso Católico, que se celebraría en Madrid en abril y mayo de 1889. Por estas fechas se suscribió a La Esperanza de Teruel por seis meses. El 9 de junio se dispensó al pianista Tomás Castejón del pago de mensualidades, desde esa fecha, y se acordó subastar la construcción de una tarima y una puerta de hierro, para el gabinete de lectura. En abril de 1890, José María de la Fuente regaló al Círculo los retratos a lápiz del obispo Juan Soldevilla y de Vicente de la Fuente. Ortega ofreció los retratos de los obispos de Tarazona, Cosme Marrodán (1857-1888), y de Huesca, Vicente Alda (1888-1895), como recuerdo de haber sido el primer prelado que había visitado el Círculo Católico. A principios de noviembre se acordó el urgente arreglo del mobiliario. En 1891 se blanquearía la cocina del Círculo, que se suscribiría al Diablo cojuelo por un año.

En el libro de cuentas correspondiente a 1889, se consignaba el pago de 80 reales por dos instalaciones de alumbrado eléctrico. En la Junta Directiva del 17 de enero de 1892, se acordó dotar al salón de una luz más, de las dos que tenía. El 14 de febrero se acordó colocar una luz en el centro del salón, que debía encender el conserje durante el invierno, siendo a cuenta del Círculo el petróleo que gastara, pues el conserje sólo tenía obligación de colocar dos luces en el salón. El carpintero Germán Maluenda construiría seis bancos de madera para el salón, donde tenían lugar las funciones. La Junta Directiva del 13 de marzo, autorizaría al conserje para la compra de dos cafeteras y dos docenas de vasos. La junta del 10 de diciembre autorizó al conserje, para que expulsara del salón a los socios que censuraran a algún miembro de la Junta Directiva, dando cuenta al presidente.

En la Junta Directiva del 26 de julio de 1893, se acordaría pedir una rebaja del arriendo del local. Como entonces no era buena la situación económica del Círculo, se redujeron las suscripciones a El Movimiento Católico y a El Mensajero.

En la Junta Directiva del 4 de enero de 1894, se comentó que algunas personas que no eran socios, cometían abusos en el local, para lo cual se pidió la elaboración de un cuadro de socios. Se acordó el cese de la suscripción a La Hormiga de Oro y el alta al Diario Popular y a El Peregrino. En la del 22 de mayo se informó que el dueño del local venía a residir a Calatayud, proponiendo al Círculo su traslado a otras habitaciones, rebajando 200 reales el alquiler anual. En la Junta General del 8 de julio, se trató sobre el traslado del local a otras habitaciones de la casa, con rebaja del arriendo, pero en la Junta Directiva del 13 de mayo de 1895, se acordó buscar un nuevo local para el Círculo.

En la Junta Directiva del 28 de mayo de 1895, se informó que el Ministerio de Fomento había concedido al Círculo una biblioteca. Este año se comprarían pocillos para el servicio del café. En la junta del 3 de febrero de 1896, se autorizaba al presidente para obrar en el nuevo local. En el libro de gastos se apuntaba en diciembre de 1895, el pago a Pascual Blas de 200 reales, por un trimestre de alquiler. En julio de este año se pagaron 120 reales a Juan Lisbona, por la instalación de la luz eléctrica en el nuevo local. En diciembre de 1897 se pagaban 150 pesetas a Josefa de Heredia, por el alquiler del local. En 1898 el alquiler se elevó a 225 pesetas. A partir de 1899 el pago del alquiler se hacía a Pilar Saldaña.

En la Junta Directiva del 13 de diciembre de 1896, Escuin informaba que una persona había ofrecido una mesa de billar, pero la junta acordó no establecerlo por su cuenta, pidiendo a Escuin que tratara de las condiciones con el donante. En la Junta General del 8 de enero de 1899, Escuin proponía la compra de una mesa de billar, adelantando 1.000 reales. La Junta Directiva acordó estudiar el asunto.

En la Junta General del 3 de octubre de 1897, el presidente pedía que en los juegos de cartas, no se apostaran elevadas cantidades de dinero, acordándose que no se jugasen más de 5 o 10 céntimos en el tute y guiñote, por individuo y partida, y 2 céntimos en el dominó. En la del 8 de enero de 1899, el presidente pedía que el juego fuera una distracción honesta y no lucrativa. Por su parte, Escuin pidió que se suprimieran los 5 céntimos que se depositaban en el cepillo del juego. También señaló que en la decadencia del Círculo, tenía parte de culpa la mala calidad del café que se servía por 20 céntimos, proponiendo que se cobrara a 25 céntimos, siendo de mejor calidad. Así se acordó, pasando aviso al conserje.

En la Junta Directiva del 18 de abril de 1900, José María de la Fuente informó que la dueña del local le había señalado que, al acabar el contrato, se vería obligada a subir el alquiler. Por ello se nombró a una comisión para que se arreglara con la dueña, si la subida era razonable, y si el aumento era desproporcionado, informarle que dejarían el local.

En la Junta General del 6 de enero de 1906, se vio que el Círculo debía a Juan Antonio Bravo 100 pesetas, a Ramón Medarde otras 100 pesetas y a Jacinto del Pueyo 75 pesetas, por los anticipos para la adquisición de un piano, que les serían devueltos en 1910. En la Junta Directiva del 4 de noviembre y debido a los escasos fondos del Círculo, se acordó suprimir la asignación del pianista Vicente Gallastegui y una de las dos suscripciones a El Regional, pero en diciembre se repuso el pago al pianista y se mantuvieron las dos suscripciones a este periódico. Se acordó también entregar un real más al conserje de lo que cobraba, en el tiempo que funcionara la estufa, o sea, 37,50 pesetas, pagando el Círculo todo el recibo de la luz. Cuando no estuviera la estufa, el conserje cobraría 22,50 pesetas. En este año se acordó sacar a subasta cuatro ventanas, para colocar ventiladores.

El 26 de diciembre de 1907 se informó que se había cedido el salón a la Hermandad de los Luises, para celebrar una velada literaria musical, observándose que habían cometido algún abuso. Por ello la Junta Directiva acordó, que solo pudieran entrar los socios y los padres de los que trabajaban, no permitiendo la entrada al salón de ninguna mujer, pidiendo permiso para cualquier otro asunto a la Junta Directiva.

En la Junta Directiva del 8 de diciembre de 1910, se nombraron vocales para renovar la Junta Local de Reformas Sociales, por parte de los obreros, Círculo Católico, patronos y Sindicato Agrícola. Se autorizó a este último a reunirse en los salones del Círculo las mañanas de los domingos y los días laborables por la noche, a condición que fueran socios. En este año se acordó restaurar el decorado del salón.

En enero de 1911 se informó que las obras en el Círculo habían ascendido a 900 pesetas. El diputado Gabriel Maura había ayudado con 200 pesetas, el arzobispo de Zaragoza, el obispo de Tarazona y el marqués de Comillas con 50 pesetas cada uno, y el círculo con 200 pesetas, quedando por pagar 350 pesetas al pintor y al albañil.

En la Junta Directiva del 21 de mayo de 1912, debido a la poca asistencia de socios por la estación, se propuso la compra de un billar, para que sirviera de acicate a los más jóvenes. Para ello se acordó nombrar a una comisión. En la del 23 de septiembre, la comisión informó que había visitado a las hijas de Ángel Pierna, para tratar de la compra de una mesa de billar. Las hijas no pusieron ninguna pega, debido a lo mucho que su padre había querido al Círculo. El 1 de octubre se informó que un perito había tasado la mesa de billar en 500 pesetas, pero la comisión consiguió dejarla en 400 pesetas, pagando las hijas de Pierna la compra de un paño nuevo, quedando la mesa de billar en 351 pesetas, acordándose el pago con el 5% de interés. Para ello hubo necesidad de hacer algunas obras de carpintería, que se encargaron a tres socios carpinteros. En estas obras, Gabriel Maura colaboró con 150 pesetas y el presidente donaría las maderas precisas y hasta los durmientes, que había ofrecido Floría. La junta del 12 de enero de 1913, informó de la colocación de una puerta con cristales en el salón de billar, un entarimado en la sala de juntas y la mesa de billar. Para ello se había recibido un donativo anónimo y la madera, que había ofrecido el presidente. También se agradeció a las hijas de Pierna la economía de la mesa de billar.

En 11 de enero de 1914, Gallastegui proponía la colocación de otra estufa en la sala de juegos de naipes. Entonces solo funcionaba una y ofrecía poco calor.

El Regional publicaba el 5 de abril de 1915 que, por aquellas fechas, se conmemoraba el 29º aniversario de la existencia del Círculo Católico y de la entronización del Corazón de Jesús en su local. Para festejarlo, después de la comunión general en Santa María, se había pasado al centro social, donde se había servido un modesto desayuno. Juan Antonio Bravo había oficiado este acto, cantando el himno oficial los infantes de Santa María, acompañados al piano por el organista de la esta colegiata, Vicente Gallastegui. A las seis de la tarde, se celebraría en Santa María una función religiosa y una velada musical literaria por la noche.

El Regional informaba el 8 de agosto de 1915 que, por obras en la Rúa, los carros pasaban por la calle de las Aulas, dejándola en un estado lastimoso y levantando gran cantidad de polvo, especialmente entre la plazuela del Círculo Católico de Obreros y la plaza de San Juan.

En la Junta Directiva del 13 de febrero de 1917, quedó patente el disgusto que se habían llevado varios socios, debido a la cesión del local para un acto político. El presidente había autorizado la cesión, pues se trataba de personas que habían ayudado al Círculo, pero tampoco estaba de acuerdo con el carácter político que habían dado a la reunión. Después de escuchar las opiniones de Clemente y Blas, se acordó no ceder los salones para reuniones políticas de ninguna clase.

En la del 9 de mayo de 1918, se acordó suscribirse a El Debate de Madrid y darse de baja de La Crónica, por estar ya suscrito a otro diario de Zaragoza. En la del 12 de mayo, Antonio Bardají señaló oportuno el arrendamiento de dos habitaciones, en el primer piso de la casa que ocupaban, contiguas a los salones del Círculo, por encontrarse en una época de expansión. En este mes el Círculo se suscribió a La Lectura Dominical. El 2 de junio se informó que la dueña del edificio había señalado, que solo iba a contribuir con la cesión gratuita de los salones situados en el mismo piso que ocupaba el Círculo. Ese mismo día se acordó que la Adoración Nocturna usara los salones del Círculo, con motivo de la llegada de varias comisiones, para asistir a la Vigilia de las Espigas.

En la Junta Directiva del 23 de junio, el presidente propuso la instalación de una tómbola en octubre, para que ayudara al pago de las reformas llevadas a cabo en el Círculo. Se aceptó por unanimidad y se acordó la petición de donativos, a personas involucradas en las obras sociales de la Acción Católica. También se acordó la compra de cinco docenas de sillas y las mesas necesarias. En la del 7 de julio se dio vía libre a la decoración de los salones con papel y la compra de una mesa de billar. El 15 de septiembre se informó de una mesa de billar, que se ofrecía a precio módico en Barcelona, pero el vocal Lasheras fue comisionado para ver otra mesa de un casino de Teruel, por ver si podía comprarla por 400 o 500 pesetas.

En la Junta Directiva del 10 de diciembre de 1922, se acordó ceder el salón de la mesa de billar grande a la Junta de la Juventud Católica. En la del 6 de enero de 1923 se prohibió el juego del arresto. En la Junta General celebrada el 16 de julio de 1933, se acordaría la compra del edificio situado en la calle Gracián, nº 16, sede del Círculo Católico.

Socios. El 30 de mayo de 1886 se contabilizaban 297 socios activos y 92 socios honorarios. Un mes más tarde habían ascendido a 364 socios activos y 110 socios honorarios. En la Junta Directiva del 28 de junio, se acordó que el secretario y un amanuense confeccionaran una lista de socios del círculo por parroquias y gremios, según señalaba el reglamento. En la Junta General del 5 de septiembre se acordó cobrar los dividendos o mensualidades de los socios por trimestres.

La Junta Directiva, compuesta por las clases dirigentes locales, estaba formada por el presidente, vicepresidente, secretario y vicesecretario, tesorero y cuatro vocales. Se renovaba cada dos años y con ella las comisiones que visitaban a los socios enfermos. En la Junta Directiva del 20 de diciembre de 1886, se aprobó el nombramiento de las comisiones de visita, compuestas por un presidente y seis vocales, por cada una de las cuatro parroquias de la ciudad, Santa María, el Sepulcro, San Juan y San Andrés. En años sucesivos estas comisiones estarían compuestas por dos socios por cada parroquia. El Reglamento del Círculo se presentaría en la Junta Directiva celebrada el 20 de diciembre de 1887. Tras su lectura, fue aprobado por unanimidad.

            Los presidentes del Círculo Católico de Obreros en esta época serían: Juan Blas y Ubide, elegido en 1886 y 1888. Benito Vicioso en 1890. Félix Sanz de Larrea en 1892 y 1894. Para 1896 sería propuesto José Domínguez, pero en este año aparece José María de la Fuente Pertegaz. En 1898 repetiría Félix Sanz de Larrea. En 1900 lo sería Larrea e Higinio M. Górriz. En 1902 Jacinto del Pueyo. En 1906 Pedro de la Fuente. En 1908 Félix Sanz de Larrea. En 1910 Justo Navarro. Para 1912 sería propuesto Jacinto del Pueyo, aunque aparece Jesús Marco. En 1916 lo sería Francisco Marco Montón. En mayo de 1918 sería nombrado Antonio Bardají, dando lugar a un periodo de expansión del Círculo. En 1922 lo era Pedro Martínez Lagresa y en 1924 José María de la Fuente.

Según este Reglamento del Círculo que no hemos encontrado, los socios estaban obligados a cuatro comuniones generales, en las festividades dedicadas a su Patrón, San José, San Iñigo, la Virgen de la Peña y la Inmaculada Concepción. El Círculo debía buscar predicador para estas festividades. Por la tarde debían asistir con la medalla del Círculo y la vela, a sus respectivas procesiones y al rosario del 8 de septiembre. Estos días por la noche se programaban veladas literarias y musicales. En el libro de gastos se recogen varias partidas de licores, pasteles y fuentes de huevos hilados adornadas, que se servirían en estas veladas. Los socios también debían participar en la procesión del Corpus, con la vela y la medalla del Círculo, teniendo lugar también veladas musicales por la noche. Para estas festividades participaban la capilla de música, organista, chirimías, infantes y la Banda de Música Unión Bilbilitana. En las veladas lo hacía el organista José María Pardos, el pianista Vicente Gallastegui y un sexteto de música.

En el libro de gastos del Círculo, se registraba lo pagado por administrar el viático a los socios enfermos, a la funeraria por las salidas del ataúd y por la celebración de las tres misas por los socios difuntos. Los socios activos también tenían derecho a un socorro, en caso de enfermedad.

Para cobrar las mensualidades, el Círculo tenía un cobrador, al que se le asignaba una cantidad o un tanto por ciento de los recibos cobrados. En noviembre de 1886, se encargó el cobro de las cuotas y trabajos de oficina a Norberto Gimeno, con el haber diario de 1 peseta, hasta fin de año, rebajando 50 pesetas al conserje, por disminución de su trabajo. En 1890 se fijaban 2 reales diarios al cobrador Florencio Muñoz, en vez del tanto por ciento que se le entregaba. En 1895 el recaudador cobraba un 6% de los recibos cobrados. A partir de este año, pasó a cobrar un 8%, porcentaje que aún se mantenía en 1900. En la Junta Directiva del 15 de septiembre de 1918, se vio la petición del conserje, Sebastián Blasco, que pedía una subida de la comisión del 6% al 10%, por el cobro de los recibos, en caso contrario no podría seguir con este servicio. En aquella ocasión se acordó no acceder a la propuesta y nombrar a otro conserje. Pero Sebastián Blasco ocupó la plaza de conserje hasta 1924, cuando en la Junta General del 5 de octubre, se acordó jubilarlo con el haber 1 peseta diaria, mientras viviera o funcionara el Círculo. Sebastián Blasco llevaba de servicio treinta y tres años, estaba ya viejo y no se le podía exigir más de lo que hacía. En 1926 el conserje era Mariano Pérez.

En la Junta General del 17 de abril de 1887, se acordaría dar de baja en lo sucesivo, a los socios que debieran más de tres mensualidades, si no se ponían al corriente tras el aviso. Se acordó además, prohibir la entrada al local a los que no pertenecieran al Círculo, excepto a los forasteros y socios del Casino de Labradores. El 16 de junio de 1889, se nombró socio protector al obispo de Tarazona. En la Junta General del 7 de julio de 1889, se trasladó un acuerdo de la Junta Directiva, que había acordado dar de baja a los morosos que debieran más de tres meses y si pidieran entrar de nuevo, debían pagar lo que habían dejado a deber. El 14 de julio, la Junta Directiva acordó dar aviso a los socios que debieran más de tres mensualidades y dar de baja a los que debieran más de cinco.

En febrero de 1890 se informó que algunos socios habían pedido la baja de manera poco cortés, acordando que si volvieran a pedir el alta, debían retractarse de sus expresiones ante el presidente. En abril de este año se contabilizaban 192 socios activos y 100 honorarios. En enero de 1892, el presidente señaló que la falta de puntualidad del pago de los socios activos, podía deberse a la falta de trabajo, que se dejaba notar hacía ya tiempo. La Junta Directiva había propuesto crear una nueva clase de socios, los pasivos, que no tendrían derecho a socorro en caso de enfermedad, quedando acordado su creación en la Junta General del 3 de enero de 1892. En julio de este mismo año, el presidente pedía la puesta al día del pago de los socios que debieran más de tres meses.

 José Ena señaló, en la Junta General del 3 de julio de 1892, que algunos socios criticaban en la calle a la Junta Directiva por su gestión administrativa, pero no lo habían hecho en la junta, como debían. Para ello el presidente pidió la formación de una comisión, para examinar las cuentas del Círculo y del teatro. La Junta Directiva presentó su dimisión, pero Escuin propuso, acordándose por unanimidad, dar a la Junta un voto de confianza. En esta misma Junta, se acordó dar aviso por escrito a los socios que debieran más de tres mensualidades, para que antes de ocho días se pusieran al corriente del débito y, en caso contrario, pasarían a socios pasivos. Se les daría de baja definitivamente del Círculo si, siendo socio pasivo, dejaran de pagar un mes.

El 28 de octubre de 1892, el presidente informó que la noche anterior había amonestado al socio Vicente Cubels, por perturbar el orden en los salones y por su aptitud hostil, acordando la Junta Directiva su expulsión. En diciembre de este año, la Junta dejó en suspenso su admisión hasta la sesión de enero. Pero el 21 de diciembre, La Justicia publicó un escrito anónimo, donde se criticaba de modo sucio e indecoroso al consiliario Benito Gimeno y al ex presidente Juan Blas y Ubide. La Junta Directiva, celebrada el 4 de enero de 1893, acordó por unanimidad la no admisión de Cubels como socio, hasta que no se descubriera al autor del anónimo publicado en La Justicia. En la Junta Directiva del 4 de abril, se comentó que una noche de las pasadas, varios socios habían presentado en el salón del Círculo a Cubels, que estaba expulsado. El presidente y dos miembros que estaban en el salón, no creyeron oportuno ordenar una enérgica disposición, pero sí pedir a los socios que lo acompañaban que señalaran las causas de este hecho.

En mayo de 1893 se acordó dar aviso a los socios que debieran más de tres dividendos. En la Junta Directiva del 25 de mayo y debido al mal estado económico del Círculo, se acordó que una comisión estudiara el presupuesto. También se acordó que se colocara en el cuadro de avisos, la invitación del Círculo Tradicionalista a la velada de aquella misma noche.

En la Junta General del 2 de julio, el presidente lamentó el estado de los fondos, debido a la apatía de los socios, que no iban al corriente de pago, que impedía hacer frente a los socorros y a los gastos del Círculo. Por ello se acordó dar ocho días para que los socios morosos pagaran los atrasos.

En la Junta Directiva del 21 de septiembre, se informaba que era necesario renovar el Reglamento, con arreglo al Reglamento General que debía regir en toda España. En la del 5 de octubre se acordó que todos los jueves, a las ocho de la tarde, se leyera el nuevo Reglamento para conocimiento de los socios.

En la Junta Directiva del 1 de enero de 1894, se propuso que, a partir de entonces, a los socios que solicitaran su ingreso, se les haría un reconocimiento facultativo, para lo que se había ofrecido el médico Herrero.

En la Junta General del 20 de enero de 1895, se señaló la gran cantidad de socios que faltaban al pago, consignando un déficit de 1613 reales, proponiendo dar de baja a los socios que debieran más de tres meses. También se acordó que, debido al escaso resultado de la creación de socios pasivos, se fijara una edad de veinticinco años para la admisión de los jóvenes. Para ello se redactaría un artículo que comprendiera este acuerdo.

En la Junta General del 5 de enero de 1896, Escuin achacaba el estado precario del Círculo a la negligencia de los socios y a las injerencias extrañas dentro de la sociedad. Invitaba a los socios a trabajar en el orden económico y moral, como cuestiones principales. Para la primera proponía la propaganda activa para atraer socios, y para la segunda rezar el rosario en el local, sobre todo los días festivos, o llevar a cabo algún punto de meditación. Por su parte, el socio Larroca señaló que la decadencia del Círculo no se debía a la Junta Directiva, pidiendo trabajar por la entrada de jóvenes. Para atajar el problema, Marco proponía que los socios honorarios pagaran 3 pesetas en el mes de enero y dejaran de cobrar dos meses los socios activos enfermos. Ena señalaba que, si se habían conseguido fondos para las obras del local y para el viaje de cuatro socios a Roma, debía ponerse de nuevo la caja, que había ofrecido tan buenos resultados para la peregrinación.

En la celebrada el 5 de julio, el presidente señaló que se habían pagado los atrasos del arriendo del local, que había ocupado el círculo, pidiendo a los socios que pagaran las cuotas y atrajeran a nuevos socios, para llevar adelante las obras de mejora. En la Junta General del 4 de octubre, visto el escaso resultado de las amonestaciones amistosas a los morosos, el presidente propuso, y así quedó aprobado por unanimidad, que los socios que adeudaran más de cuatro mensualidades, debían pagar cada mes el dividendo correspondiente y otro mes de los atrasados. En caso contrario, serían dados de baja. También se aprobó que los menores de quince años, podrían ser admitidos como socios pasivos.

En la Junta Directiva del 25 de enero de 1998, se propuso dar impreso el título de socio, para que pudiera ostentarlo cada uno en su casa, pues se había perdido esta costumbre. En la del 28 de octubre se acordó poner en el cuadro de anuncios, los avisos a los socios morosos. También se acordó invitar al obispo para que impulsara el Círculo, ya que había habido bajas y las entradas no eran suficientes. Para que el Círculo fuera más atractivo, se acordó formar listas de socios jóvenes, aptos para el trabajo del teatro, y reanudar las veladas dramáticas de otros años.

En la Junta General del 1 de enero de 1900, Ena proponía que se visitara a algunos socios honorarios, que se habían dado de baja, para que entraran de nuevo al Círculo. En la Junta Directiva del 1 de julio se acordó que se reuniera la Junta General, para estudiar el modo de dar vida al Círculo pues, por el corto número de socios, no podría mantenerse por mucho tiempo. Esta Junta se celebró el 15 de julio, acordándose el nombramiento de una comisión, compuesta por los cuatro párrocos y la Junta Directiva, para que estudiaran los medios más adecuados para intentar aumentar el número de socios. En la Junta Directiva del 25 de noviembre, se acordó conceder a los socios morosos los mismos beneficios, en caso de enfermedad, que los que hubieran pagado alguno de los atrasos.

En la Junta Directiva del 6 de enero de 1901, Ena se mostró contrario a la legalidad de aquella Junta. El vicario general la consideraba legal pues, por dimisión de la pasada Junta, él y los tres párrocos habían elegido a otra.

En la Junta Directiva del 10 de mayo de 1906, se acordó que no entraran en los salones del Círculo, aquellos que habían pedido su admisión y su solicitud estuviera anunciada en el cuadro de avisos. También se acordó expulsar a los socios que no pagaran en aquel mes sus dividendos pendientes y la expulsión de los socios que debieran dos meses seguidos.

En la Junta General extraordinaria del 19 de noviembre de 1916, el presidente señaló que había interesado al alcalde, para que nombrara sereno a un socio del Círculo. El 20 de enero de 1918, el vicario general, que presidía aquella Junta General extraordinaria, señaló que la norma que debía regir el resurgimiento del Círculo, debía ser que aquella casa fuera el centro de todas las personas que mantenían un mismo ideal católico, aunque con distinto carácter político. En aquella ocasión, el presidente Francisco Marco propuso una nueva Junta Directiva, que no fue aceptada por ninguno de los interesados presentes.

El 5 de mayo se celebró una Junta General extraordinaria. El Círculo pasaba por un momento de decadencia económico y social. Por eso el presidente propuso el aumento de los componentes de la Junta Directiva. La propuesta fue acordada por unanimidad, aumentando dos vocales más. Fue elegido presidente Antonio Bardají y vicepresidente José María López Landa. Bardají señaló que la situación precaria del Círculo, debía servir de acicate para trabajar y fomentar la sociedad. Asimismo se acordó telegrafiar al obispo, reiterando la adhesión del Círculo y suplicando su bendición. En la Junta General del 5 de octubre de 1924, se propuso una cuota de 1,50 pesetas para los socios activos y 2 pesetas para los honorarios, siendo aprobadas

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