LOS JUDÍOS EN LA COMUNIDAD DE CALATAYUD

LOS JUDÍOS EN LA COMUNIDAD DE CALATAYUD



Francisco Tobajas Gallego



El pasado 26 de noviembre tuvo lugar una interesante conferencia del Dr. Abraham Haim en la Sala Multiusos del Palacio de la Comunidad de Calatayud, patrocinada por el Centro de Estudios Bilbilitanos, dedicada a los judíos en la Comunidad de Calatayud y especialmente a la figura de Luis de Santángel.



Hizo las presentaciones el Consejero del CEB, Antonio Sánchez Portero. Abraham Haim (Jerusalén, 1941) es Licenciado en Historia del Oriente Medio y Lengua y Literatura Árabes, por la Universidad Hebrea de Jerusalén (1965-1968), y Doctor en Historia por la Universidad de Tel Aviv (1985). Haim también fue Director General de Patrimonio Sefardí en el Ministerio de Educación y Cultura de Israel. Actualmente es Presidente del Consejo de la Comunidad Sefardí de Jerusalén, una organización que hunde sus raíces de su fundación en el siglo XIII y que durante siglos lideró a toda la comunidad judía. Abraham Haim está fuertemente vinculado a España. Su trabajo se enfoca en potenciar los temas culturales, con la preservación y la divulgación del legado sefardí, a través de ciclos de música, presentación de libros, concesión de becas…

Haim está dispuesto a recuperar la relación con las comunidades sefardíes que están fuera de Israel. Alrededor del veinte por ciento de los judíos del mundo son sefardíes. Abraham Haim está interesado en El Quijote, ya que Cervantes era un converso que había nacido en un pueblo de Sanabria llamado Cervantes. Haim ha encontrado en este libro una página del Talmud transcrita casi literalmente.

Abraham Haim señaló que había acudido como conferenciante a Calatayud por invitación de Antonio Sánchez Portero, a quien había conocido en Mallorca en diciembre pasado. Primeramente Haim quiso aclarar los términos judería y aljama, que se usan a veces erróneamente. Judería viene a designar el marco físico, o sea, el barrio judío. La palabra aljama, de origen árabe, define a un grupo de personas, en este caso a una comunidad que residía en la judería. Para el doctor Haim la etimología de Calatayud está clara. Calatayud quiere decir fortaleza de los judíos. Cada aljama judía era independiente y gozaba de un cierto grado de autonomía. En España esta autonomía de las aljamas judías era mayor que en otros países.

Abraham Haim señaló que los judíos poblaron estas tierras en el periodo de la dominación musulmana. En 1882 se encontró una lápida sepulcral en hebreo, hoy perdida, datada en el año 919, anterior pues a la conquista de estas tierras por el rey Alfonso I en 1120. El Fuero de Calatayud se mostraba respetuoso con los judíos. Los judíos eran súbditos del rey, que era quien les otorgaba derechos y deberes. Haim señaló que la aljama judía de Calatayud no fraguaría como tal hasta finales del siglo XII, poco después de la aljama de Zaragoza. Se situaba en la parte noroccidental de la ciudad, entre el conjunto defensivo de la Torre Mocha (Consolación) y de la Peña,  y se cerraba con cuatro puertas. Consideró que el siglo XIII fue la edad de oro del judaísmo aragonés. Los judíos eran artesanos y comerciantes. Se sabe que en 1340 vivían en la aljama de Calatayud 300 varones mayores de quince años. En el siglo XIV Calatayud contaba con 7.500 habitantes, de ellos 1.000 eran judíos. En 1391 se fecha el inicio del declive judío, con las matanzas de Sevilla, que llegará hasta 1492, con la expulsión decretada por los Reyes Católicos.

La aljama judía de Calatayud era la segunda del Reino tras la aljama de Zaragoza, con la que competía cultural y espiritualmente. La aljama de Calatayud, que llegó a considerarse gran aljama de hombres nobles, sensatos y selectos, llegó a ser muy famosa por su erudición talmúdica. Haim recordó que hasta un gran rabino de Zaragoza tuvo la intención de cambiar su residencia a Calatayud, por ser mayor su prestigio.

Haim trató también en su conferencia de la organización de la aljama judía de Calatayud, de su ampliación concedida por el rey y dio noticia de varios decretos reales relativos al nombramiento de cargos en ella. También señaló que la Inquisición no se estableció contra los judíos, sino contra las comunidades conversas al cristianismo que intentaban engañar a la Iglesia, pues en secreto seguían conservando los preceptos judíos. La Inquisición llegó a Calatayud en 1488. Los delatores se llamaban en hebreo malsín, palabra que recoge el Diccionario de la Real Academia Española, con este mismo significado. Entonces las aljamas judías acordaron que los gastos ocasionados por los diferentes procesos de la Inquisición sobre los judíos, debidos a los delatores, se pagaran a cuenta de la aljama entera.

Haim recordó algunos apellidos de judíos bilbilitanos, como Lupiel, Constantin, Abayud… El médido Todos Ib ben David se llamó más tarde Juan Sánchez, antecesor  de Gabriel Sánchez, tesorero mayor del Reino de Aragón y consejero real, que fue decisivo en la expedición de Cristóbal Colón. Los judíos conversos cambiaban el nombre y el apellido.

La sinagoga más famosa de Calatayud o sinagoga vieja databa del 20 de septiembre de 1368. Tras la expulsión y el decomiso por la Corona en 1492, se transformó al culto con el nombre de Santa Catalina de Siena, hoy ermita de la Consolación. En las sinagogas había una tribuna o galería reservada a las mujeres. Haim no tiene noticias de sinagogas exclusivamente para mujeres. La sinagoga menor aparece citada junto al muro defensivo de la ciudad. La tercera sinagoga fue fundada por Juce Abencabra, luego judío converso con el nombre de Martín de Cabra. Se transformó en iglesia de San Pablo en 1415. Todas ellas fueron reconstruidas a finales del siglo XIV, tras la Guerra de los dos Pedros. Las sinagogas tenían centros asistenciales, horno y carnicería. El doctor Haim recordó que los judíos de Calatayud se vanagloriaban de tener una de las juderías más hermosas de Sefarad. Los judíos vivían en ella tan desparramados, que sólo podían acudían a la sinagoga los sábados y los días de fiesta.

Promovidas por los frailes franciscanos y dominicos, que eran grandes predicadores y conocedores de la Torá, se produjeron conversiones masivas de judíos entre los años 1413 y 1414. Se han contabilizado la conversión de más de tres mil judíos aragoneses, que provocaron la desaparición de varias aljamas. El Papa Luna propició la macro-catequesis de Tortosa (1412-1414), en la que participó Vicente Ferrer. Otra oleada de conversiones tuvo lugar a raíz del decreto de expulsión del 30 de marzo de 1492 de los Reyes Católicos. En él se daba de plazo hasta el 30 de junio para aceptar el bautismo o la expulsión. Haim señaló que el rey que dictó esta expulsión, Fernando el Católico, tenía ascendentes judíos de parte de su madre, Juana Enríquez. Muchos judíos bilbilitanos aceptaron el bautismo. Los que no lo aceptaron salieron desde Tortosa en barco rumbo a Italia, los Balcanes, Grecia, Asia Menor, Damasco y Tierra Santa. Otra parte de judíos regresó convertida. La influencia de Aragón se nota sobre todo en la parte de Salónica, en canciones, refranes y costumbres. Haim señaló que el pueblo judío ha sufrido muchas expulsiones, pero que cuando se habla de la expulsión en singular, todos saben que es la española de 1492. Sin embargo los judíos sefardíes no guardan ningún rencor a España y siempre la añoran. Por esta razón siempre mantuvieron la lengua, los alimentos y las costumbres. Nunca se sintieron ajenos a España. El mismo Haim recordaba el arroz con leche que le preparaba su abuela, el estofado de tercera o el pisto, que son sefardíes.

Según el doctor Haim, en los preparativos del primer viaje de Cristóbal Colón, el marino se basó en estudios de astrónomos judíos de Salamanca y Mallorca. Otro personaje importante en la expedición de Colón fue Luis de Santángel, nacido en Valencia, hijo de comerciantes judíos bilbilitanos. El 13 de septiembre de 1481 fue nombrado escribano de Ración. Su función principal en la corte de Fernando el Católico era la financiera. Santángel prestaba dinero al monarca, que después devolvería con cargo a diversas rentas. Luis de Santángel conoció a Colón en 1486. Fue él el que convenció a los reyes de permitir el viaje de Colón, sufragando él mismo los gastos de su fortuna personal y sin intereses, que ascendieron a más de un millón de maravedís. El doctor Haim señaló que sus libros manuscritos de cuentas se conservan en el Archivo de Simancas. La primera carta de Cristóbal Colón a la vuelta de su primer viaje no fue dirigida a los Reyes Católicos, como seguía lógico pensar, sino a Luis de Santángel.

La historia de los judíos parece resumirse con tres palabras de la misma raíz: encuentro, desencuentro y reencuentro. Las palabras y la presencia de Abraham Haim en Calatayud fueron sin duda un reencuentro emocionado entre viejos amigos.

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