«Yo no soy más que católico, ni carlista, ni isabelino, ni realista, ni
moderado, ni progresista, ni republicano…»
La educación católica de Vicente de la Fuente a lo largo de su infancia y juventud, marcó toda su vida y obra. Su sólida ideología le hizo creer firmemente en la separación entre la fe y cualquier opción política, en un momento histórico en el que el carlismo, parecía querer monopolizar las aspiraciones y desencanto de gran parte del catolicismo más tradicional en nuestro país.
Como creyente siempre se dejó llevar por un juicio científico que le hacía rechazar con ardor todas las supersticiones, que para él desnaturalizaban la fe, la cual siempre defendió con la fuerza de la razón y obrando con honradez. Vicente de la Fuente, como católico practicante que era, participó activamente en las asociaciones religiosas y benéficas de las que formó parte. Una de las que se sentiría más orgulloso era, precisamente, las Conferencias de San Vicente de Paúl en España, de las que sería fundador en 1849 junto a Santiago Masarnau y Anselmo Ouradou. Esta institución, que actualmente sigue cumpliendo su labor humanitaria, había surgido en Francia en 1833 de manos de Frédéric Ozanam, estudiante que buscaba una mayor implicación de los laicos en la defensa y ayuda a los más necesitados. Don Vicente obtuvo el cargo de vicepresidente del consejo nacional de la misma desde 1858. A la muerte de Masarnau, escribió un artículo alabando su figura. También fue secretario de la Doctrina Cristiana, fundador de la Asociación de Católicos y Estudios Católicos en 1868, y miembro de la Academia de San Miguel, fundada por el Padre Claret, en 1859. Sus últimos años de vida los dedicó a la organización de los Congresos Católicos de los que fue su máximo inspirador.