«Dice usted que porque no se clama contra esas demoliciones. Bien han clamado contra ellas los dichos alumnos y por darles en el rostro principiaron a demoler a sus barbas el Convento de San Bernardo»
Vicente de la Fuente, como hombre de su tiempo, vivió estrechamente ligado a las corrientes románticas imperantes, las cuales preconizaban una mayor sensibilización y concienciación en la salvaguarda de monumentos y antigüedades. Sin embargo, las convulsiones políticas del siglo XIX y la transición del Antiguo Régimen a una nueva sociedad liberal, ofrecieron su cara más funesta, para gran parte del patrimonio en las sucesivas leyes desamortizadoras que supusieron la pérdida de una gran parte de nuestra riqueza monumental. El Gobierno en aquel momento, a fin de controlar y organizar este legado patrimonial, creó las Comisiones Provinciales de Monumentos Históricos y Artísticos. Vicente de la Fuente, en su etapa salmantina, colaboró activamente en éstas, bien facilitando la labor a los estudiantes, que se ocupaban de la catalogación de cada monumento, bien participando activamente en la defensa de algunos de éstos mediante sendos informes.
En sus estancias en Calatayud, don Vicente, remitió frecuente información de algunos edificios bilbilitanos, al oscense Valentín Carderera, vocal de la Comisión Central de Monumentos. Se intentaba en ellos dejar constancia de su importancia y belleza e, incluso, en el caso del convento e iglesia de San Pedro Mártir, evitar su desaparición. Nuestro autor llegó a elaborar un estudio sobre este cenobio dominico que, sin embargo, no impidió la demolición de esta joya en 1856.
No obstante, el culmen de toda esta actividad y esfuerzo, se materializó, ya en los últimos años de su vida, en lograr la restauración de la portada de la Colegiata de Santa María la Mayor, y en conseguir que este templo fuera declarado Monumento Nacional en el año 1884; momento en el que muy pocos edificios en España gozaban de tan alta categoría.