Historia de Calatayud

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«Alejado casi de continuo del país que me vio nacer, y completamente de la política, … no por eso he dejado de abrigar siempre en mi corazón vivos deseos de ser útil en cuanto pudiera al honrado y laborioso pueblo
bilbilitano, del que procedo, y con lo que me honro.»

Vicente de la Fuente es una de las principales figuras de la historiografía conservadora española de la segunda mitad del siglo XIX. Prototipo de historiador académico erudito, se enfrentó críticamente a mitos, leyendas y anacronismos imperantes en su época desde una perspectiva conservadora y en muchas ocasiones le hizo chocar con la historiografía liberal burguesa triunfante. Dentro de su producción, capítulo aparte merece su célebre: Historia de la siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud (1), proyecto largamente fiado que vería la luz entre los años 1880 y 1881.

«Imprenta del Diario» así reza la portada de la obra como lugar de publicación. Allí se imprimía el Diario de Calatayud desde 1877.

En 1878, el Ayuntamiento encabezó una suscripción para los gastos de su publicación, que editó en cuadernos semanales la imprenta del Diario de Calatayud, regentada por Mariano Lahoz, que colaboró en su edición junto con el presbítero Vicente Martínez, creador del diario en 1877, y el dibujante y litógrafo Mariano Guillén.

En casa de Mariano Lahoz (plaza de San Miguel) estaba la imprenta donde se publicó la historia de nuestra ciudad.

Vicente de la Fuente, desde sus primeros años, había ido reuniendo apuntes sobre la historia y el patrimonio de la ciudad bilbilitana que completó con la consulta de archivos muchos de ellos ya esquilmados.

Los apuntes e investigaciones llevados a cabo por Vicente de la Fuente Calatayud en sus frecuentes visitas a Calatayud serían el germen que daría lugar a la creación de la Historia de Calatayud.

El resultado fue una obra culta acompañada en su primer tomo de 79 apéndices documentales transcritos en su lengua original, que si bien no fueron entendidos en su momento, dotan a la historia de un carácter científico y moderno.

El autor deseaba que fuera una obra enteramente bilbilitana, por lo que Mariano Guillén, dibujante y litógrafo de Calatayud, se encargó de ilustrarla.

Don Vicente, sin ánimo de lucro, cedió los derechos para que ésta se elaborara íntegramente en Calatayud «en homenaje y servicio a su ciudad natal«, como él mismo afirma en el prólogo de tan magno tratado.

«Muy pocas son las poblaciones españolas que puedan presentar una historia local tan completa y sensata» afirmaba José María López Landa.


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