Juan Blas y Ubide. Un bilbilitano entregado

Juan Blas y Ubide. Un bilbilitano entregado

Francisco Tobajas Gallego

            En este año se conmemora el centenario del fallecimiento de un bilbilitano entregado de palabra y obra a Calatayud, Juan Blas y Ubide. Nació en esta ciudad el 12 de junio de 1852. Recibió las primeras enseñanzas de un monje cisterciense exclaustrado del Monasterio de Piedra, quien le inculcó el amor a la naturaleza. Estudió en el Colegio de segunda enseñanza de Calatayud, desde el curso 1862-1863, destacándose en Aritmética, Geometría, Algebra y Trigonometría, aunque también lo hizo en Griego y Lengua Francesa. En los exámenes generales de 1864, Juan Blas, alumno de segundo año, obtuvo calificación de mediano en Latín y Castellano, bueno en Geografía y sobresaliente en Principios de Geometría. En ese año estudiaban en el colegio cincuenta y seis alumnos, veintiséis en el primer año, diez en el segundo, diez en el tercero y otros diez en el cuarto.

Colegio la Correa. Cuadro de Honor de octubre de 1865. Archivo Municipal de Calatayud

Según Sánchez Portero, Juan Blas completó su formación en el internado de un colegio de El Escorial. Según su expediente académico, el 27 de junio de 1868 obtuvo el grado de Bachiller en Artes, con la calificación de aprobado, en el Instituto del Noviciado de Madrid. Este instituto había sido creado en 1845 por el Plan Pidal. Por Real Orden de 21 de junio de 1877, pasaría a denominarse Instituto del Cardenal Cisneros. El 3 de septiembre de 1861, el Real Colegio de El Escorial se incorporó al Instituto del Noviciado.

Por este mismo expediente conocemos que en el curso 1869-1970, Juan Blas se matriculó en Geografía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, aunque no se examinó. En el siguiente curso de 1870-1871, se matriculó en la misma universidad de Literatura Española, Lengua griega y Literatura clásica latina, en las que logró una calificación de aprobado en las tres. También lo hizo en Historia universal, aunque no se examinó. En el curso 1871-1872 se matriculó en Literatura griega, obteniendo una calificación de notable. El 15 de noviembre de 1872 le fue concedida su petición, para poder examinarse en la Universidad de Madrid de las asignaturas de Geografía e Historia, de las que no se había examinado en Zaragoza. Por una certificación médica, sabemos que Juan Blas permaneció enfermo en Calatayud, desde septiembre hasta mediados de noviembre de 1872, a causa de unas fiebres intermitentes.

Ya en la Universidad Central de Madrid, se matriculó en el curso 1872-1873 de las asignaturas de: Historia de España, Estudios críticos sobre autores griegos, Lengua hebrea y Metafísica. En el curso 1875-1876 se matriculó en Estética, Historia de la Filosofía e Historia de la Literatura Española. El 8 de octubre de 1875 alcanzó el grado de Licenciado en Filosofía y Letras, por la Universidad de Zaragoza, con la calificación de sobresaliente. El 19 de octubre de 1875, Juan Blaspedía que se le admitiera la matricula de las asignaturas pertenecientes al doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras. El 15 de enero de 1877 solicitaba una certificación, en la que constara el haber aprobado en junio de 1876 estas asignaturas, que constituían el doctorado de Filosofía y Letras.

El 13 de mayo de 1872, Juan Blas logró el grado de Licenciado en Derecho civil y canónico por la Universidad de Zaragoza, con la calificación de aprobado. En el curso 1878-1879, se matriculó en la Universidad Central de Madrid de las siguientes asignaturas: Filosofía del Derecho y Derecho Internacional, Legislación Comparada e Historia de la Iglesia.

            Todos sus biógrafos señalan sus ideas tradicionalistas y monárquicas, que le obligaron a exiliarse en Bayona en los tiempos de la Primera República Española. Allí se ganó la vida como traductor y como relojero. A su vuelta a la capital, con la Restauración monárquica, fue profesor de Retórica en el colegio de agustinos recoletos, colaborador en una revista de arquitectura y empleado de la Fiscalía de Imprenta, protegido por su pariente y correligionario Juan Blas y Melendo, entonces fiscal, doctor en Derecho Civil y Canónico, y doctor en Administrativo por la Universidad Central de Madrid (1858-1864).

            En 1877 Juan Blas opositó a las cátedras de Psicología, Lógica y Filosofía Moral, que estaban vacantes en los Institutos de Guipúzcoa, Huelva, Pontevedra, Ponferrada y Mahón, según una información publicada en la Gaceta de Madrid el 13 de abril de aquel año. Los opositores, que pasaban de la cuarentena, debían presentarse el día 28 de abril a las cuatro y media de la tarde, en el salón de grados de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad madrileña, para llevar a cabo el sorteo de trincas. Juan Valera firmaba como presidente del tribunal de oposiciones.

El 27 de octubre de 1879, El Siglo Futuro publicaba las suscripciones recibidas para remediar las inundaciones en Murcia. Entre ellas aparece la del profesor Juan Blas, de 20 reales.

            El Diario de Zaragoza recogía el 17 de marzo de 1880, una información de El Diario de Calatayud, que señalaba los candidatos por el distrito de Calatayud para diputados a Cortes. Se trataba de José Pérez Garchitorena, ministerial, Juan Blas y Ubide, independiente, y Ramón Pinilla Ubide, de oposición. La Igualdad publicaba en 16 de abril, que Pérez Garchitorena había obtenido 1469 votos, Juan Blas 110 votos, Juan Blas y Melendo 12 votos  y Juan García López 1 voto.

José Pérez Garchitorena (1/5/1880 a 25/6/1881) sustituyó como diputado a Cortes a Juan Blas y Melendo (28/4/1879 a 22/1/1880), que había sido elegido en las elecciones del 20 de abril de 1879. Anteriormente, Blas y Melendo había sido diputado por el distrito de La Almunia (3/4/1867 a 6/12/1868). El arquitecto y político José Pérez, sería también elegido diputado a Cortes por el distrito de Calatayud en las elecciones de 8/3/1871, 20/1/1876 y 27/4/1884.

Juan Blas fue concejal (1902-1908) y alcalde del Ayuntamiento de Calatayud (1908-1909), llevando a cabo su política bilbilitana. Participó también de manera activa en la vida social, política, cultural y docente de su ciudad.

En 1880 se haría cargo, como director-empresario, del Colegio de segunda enseñanza de Calatayud, que le ocasionaría numerosos problemas y disgustos. López Landa señalaba que, por la secular e inevitable rivalidad en las cuestiones locales, causada por la política, siendo Director de este Colegio de la Correa D. Juan Blas y Ubide, los elementos contrarios fundaron otro colegio, solo por hacerle guerra. Era insensato el funcionamiento de dos centros de enseñanza del mismo tipo en Calatayud, y así pronto quedó solo el de la Correa, patrocinado por el Ayuntamiento. Según López Landa, Juan Blas castigaba con exceso, pero sin descomponerse, sin vociferaciones, fríamente, sin que llegara a alterarse la inexpresión de su rostro flemático e impasible. Para Juan Blas, la pedagogía moderna procura estimular en el niño el amor al trabajo, que es ley divina y ley de progreso. Opinaba que la instrucción primaria era una necesidad y que era un deber de los gobiernos y de los municipios el procurar que todos sepan leer y escribir, aunque no todos sepan utilizar estos conocimientos, aunque muchos olviden en el transcurso de los años lo que han aprendido en la escuela.

El 3 de abril de 1910, Juan Blas participó en un mitin contra las escuelas laicas, que estaba previsto celebrar en la plaza de toros de Calatayud. A causa de la nevada, que impidió el desplazamiento de los católicos de los pueblos comarcanos, el acto tuvo lugar en la colegiata del Santo Sepulcro. En Zaragoza ya se había celebrado otro mitin el pasado 13 de marzo. En el Círculo Católico de Obreros de Calatayud, habían tenido lugar el 6 de marzo unos discursos a favor de la enseñanza religiosa.

Memoria del Instituto del Noviciado de Madrid, curso 1867-1868

En el mitin del 3 de abril intervinieron José María Bascones, Ramón Ortega y Juan Blas, cuyas palabras fueron recogidas por El Regional. Defendía la creación de escuelas católicas, para formar buenas generaciones venideras, porque si nos arrebatasen las escuelas habríamos de renunciar al porvenir de España. Señalaba que la escuela laica no educa, corrompe; no instruye, destruye. De ella brotaba el anticlericalismo, el antimilitarismo, el antipatriotismo, la anarquía, la negación de la familia, de la autoridad civil, de la religión y de la patria. Apoyaron el acto José García Belenguer, el marqués de Valle Ameno, Carlos Marín Álvarez y Rafael Díaz Aguado Salaberry. La segunda parte del acto tuvo lugar en el Círculo Católico, donde se celebró un banquete en homenaje a los oradores, asistiendo cien comensales. El 24 de abril, se celebró en el colegio de Maristas un mitin infantil contra las escuelas laicas, en el que participó, entre otros, Juan Blas Domínguez.

En El Noticiero del día 12 de septiembre de 1911, el redactor recordaba el Calatayud de su infancia de palo dulce, regaliz, agua de limón de la agualojera de la Plaza del Mercado y de los cacahués de la abuela del colegio de la Correa. Aquellos muchachos siempre iban al encuentro del padre Paulino, para pedirle un confitico. Señalaba que se habían hecho hombres aprendiendo, entre sudores de angustia, los dos cursos de Latín con el terrible José Riera. Reconocía que a los alumnos les interesaba Juan Blas por sus tics nerviosos característicos, cuando hacía resbalar lentamente, nariz abajo, el lomo de su dedo pulgar, mientras la clase definía las figuras retóricas.

En el número del 8 de septiembre de 1911 del mismo diario, el redactor recordaba El Diario de Calatayud, del que había sido fundador y propietario Mariano de la Hoz y Calvo. Quincenalmente publicaba una hoja literaria, donde había colaborado Pascual Gil. Juan Blas también había publicado en él notables artículos literarios y una hoja semanal, con la crónica local de todo el año. Este diario acabó carlista, tras el cual se fundó un periódico católico bisemanal, El Baluarte Bilbilitano, a quien sucedió El Regional. Juan del Pueyo fundó La Comarca, de corta vida. También recordaba cabeceras de periódicos satíricos como Bilbilis cómico y El Lío, que cultivaba con afición Francisco Laino. Dios, Patria y Rey había sido un semanario carlista, donde trabajaba mucho un asturiano o gallego afincado en Calatayud, Arturo Comellas.  Los republicanos habían tenido El Eco de Calatayud, El Eco Bilbilitano y La Justicia. El redactor recordaba al poeta Benito Muñoz Serrano, que había fallecido en Méjico ejerciendo el periodismo, a Ezequiel Solana y a Ramón Ortega, que había cultivado el epigrama. Señalaba que Juan Blas pasaba por ser el mejor recitador de versos de Calatayud, cosa rara en un hombre que carecía completamente de oído musical. Recordaba también el discurso de Juan Blas, en la inauguración del Círculo Católico de Obreros, en el que se había referido a la pasada persecución. Señalaba que Juan Blas había defendido a Benito Gimeno, párroco de Santa María, que había sido procesado por autorizar el toque de campanas en horas de tormenta, que estaba prohibido. El redactor creía que había sido absuelto.

Aquel año de 1911 se inauguraría el teatro Coliseo Imperial, que había sido levantado en unos solares de la marquesa de La Vilueña y contaba con acomodo para cerca de mil espectadores.

El 21 de diciembre de 1882, La Derecha recogía que El Eco Bilbilitano atacaba a Juan Blas, por suponerle aspirante a una plaza de secretario de la Audiencia, bajo la protección de elementos liberales. Pero aquel mismo día, Juan Blas había dirigido un comunicado negando tal aspiración, porque no la necesitaba ni había pensado aspirar a ella. El 30 de diciembre, La Derecha recogía otra información de El Eco Bilbilitano, que había publicado la celebración de los juicios, que habían interpuesto Juan Blas y Francisco Tafalla contra el director de este periódico bilbilitano, por aquellas acusaciones.

En Las Dominicales del nuevo pensamiento, del 22 de junio de 1884, se informaba de la inauguración de la estatua de mosén Antonio Colás en Nuévalos. Señalaba que Juan Blas había descrito la fiesta en las páginas de El Eco Bilbilitano, leyendo en aquel acto una poesía de Marín y Carbonell.

Juan Blas fue uno de los fundadores del Casino Ateneo, del Casino de Labradores y del Círculo Católico de Obreros, además del bisemanario La Derecha en 1921, siendo el jefe de los conservadores locales. Fue cofundador y presidente de los Exploradores de Calatayud. El 14 de septiembre de 1887 había casado en la parroquia de San Juan el Real de Calatayud, con María del Carmen Domínguez Melendo.

En enero de 1900 Blas y Ubide, gerente de la Sociedad Azucarera Labradora, enviaba una instancia al Ayuntamiento de Calatayud. Por aquellas fechas conseguiría para su amigo y farmacéutico, Benito Vicioso, un empleo de químico en esta fábrica azucarera, pues la botica que regentaba estaba muy desacreditada. En su rebotica se celebraban unas tertulias literarias, a las que no faltaba Juan Blas.

El Progreso Agrícola y Pecuario del 7 de abril de 1905, publicaba una circular de la Junta organizadora de la Asamblea de viticultores de Calatayud, en la que invitaba a una asamblea en la plaza de toros el día 9 de abril, para protestar por los perjuicios de la nueva Ley de alcoholes. Como presidente aparece Ramón Esteve; Ramón Ortega y Juan Blas, vicepresidentes; López Landa y Pascual Domínguez, secretarios; depositario Alfonso L. Latorre, y diecisiete vocales, entre ellos Andrés Blas, Vicente Mochales, Faustino Betrián, Jesús Marco, Maximino Gutiérrez, José María Lafuente, y Pascual Blas. Por la prensa se citaban a J. Gualberto Lausín y Justo Navarro.

En 1877, Juan Blas publicó en la imprenta de El Diario una Guía de Calatayud. Por ella sabemos que entonces era fiscal del Juzgado Municipal. Al año siguiente publicaría Páginas en verso. De 1877 databa un manuscrito, en el que Juan Blas recogió unos modismos dialectales de Calatayud, que regaló a Julio Cejador y que este mismo depositó en la Universidad Central, hoy Universidad Complutense de Madrid. Lo había recopilado para poder utilizarlo en sus cuentos y novelas. En 1878 daría a la prensa unas Páginas en verso, editadas por la imprenta de El Diario.

Tras la lectura de la primera novela aragonesa de López Allué, Capuletos y montescos, que apareció en 1900, Blas y Ubide se animó a escribir su primera novela, Sarica la borda. Sería publicada por entregas en la Revista de Aragón (1900-1905), desde octubre de 1903 a noviembre de 1904, y en libro por Mariano Escar en 1904. En 1905 apareció su segunda novela, El licenciado de Escobar, con pie de imprenta de Fernando Fé, pero a cargo de la tipografía zaragozana de Mariano Escar en 1904. Y en 1909 apareció en la Biblioteca Argensola y a cargo del librero Cecilio Gasca, una serie de cuentos bajo el título de Las caracolas. Algunos de estos cuentos ya se habían dado a conocer anteriormente a esta edición. El 29 de septiembre de 1906, Heraldo de Aragón informaba que al día siguiente se publicaría «El milagro de Albudea», de Juan Blas. La Revista Aragonesa publicaba en noviembre de 1907 «Las olivicas», cuento que formará parte de la antología de Cuentistas aragoneses en prosa, de 1910, con prólogo de García Mercadal. Algunos cuentos y fragmentos de sus dos novelas aparecerán en la revista Cultura Española. Los cuentos «La venganza de un pescador de caña» y «El hombre salvaje», formarán parte de la antología Cuentos aragoneses, de 1967, con selección, prólogo y notas de Francisco Oliván Baile, y epílogo de Jenaro Poza. «La venganza de un pescador de caña» se incluiría en la edición de Acín Fanlo y Melero Rivas de Cuentos aragoneses, de 1996.

En la revista Cultura Española (1906-1909) y en la Revista de Archivos hemos encontrado colaboraciones de Juan Blas, con una serie de notas bibliográficas. En 1912, entre la nómina de colaboradores de la revista mensual Aragón, aparecen Darío Pérez, Juan Blas y Sixto Celorrio.

En La Correspondencia de Aragón, del 15 de septiembre de 1910, se publicó una pequeña entrevista a Juan Blas. El redactor, Emilio Colás Laguna, fue a su casa, que se encontraba en una calle estrecha, tras una puerta abrillantada de un sencillo edificio. En ella una placa blanca anunciaba: «Juan Blas Ubide, abogado». El periodista llamó al timbre y al abrir la puerta se encontró con el dueño en lo alto de la escalera. Escribía: «es un grave señor, cuya apariencia personal es de austeridad y recogimiento». Juan Blas le confió que pensaba aportar algo al teatro regional, quizá alguna zarzuela basada en alguno de sus cuentos. El redactor adivinó que estaba escribiendo alguna nueva novela. Ya en El licenciado de Escobar, se anunciaba la novela Los herederos y unos Cuentos del Jalón, que nunca salieron a la luz. Montón Puerto lo achacaba a la escasa venta de sus libros anteriores. Ni en lugares alejados de nuestras costumbres, ni siquiera en la ciudad, donde las fábulas podían tener el encanto fácil de lo vivo y próximo, se alentó a don Juan por el público. Según Montón Puerto, Juan Blas podría haber sido autor de una veintena de novelas, que podrían ser el collar literario, ornato y gala, de nuestro trabado territorio comarcal. Medio siglo después de su aventura literaria, daba pena contemplar, en los grandes desvanes de su casa, los muchos cajones sin abrir, como llegaron de la imprenta, que contenían intactos ejemplares. Montón recordaba que en los últimos años de su vida, cuando alguien le proponía alguna nueva empresa, afirmaba con un cierto desdén: no me hable usted de este pueblo. Montón consideraba que sus libros le habían procurado una fama de oídas, nunca de efectivo aprecio. En las páginas de sus novelas quedaron reflejados varios lugares que conocía bien: el castillo de Mesones, el palacio de Saviñán, la preceptoría de Atea, situada en Peñuelas, Daroca, recreada tras el nombre de Ocarona, las calles y plazas de Maluenda, escenarios donde se desarrollaba la vida diaria, con sus festividades y sus trabajos estacionales.

Tanto al final de El Licenciado de Escobar, como en Las caracolas, se añadieron algunas críticas a sus libros. Pedro Montón aseguraba que Juan Blas difundía muchas críticas, que se escribía él mismo para periódicos afectos y amigos, para facilitarles el trabajo. En la publicada en Heraldo de Aragón, el 2 de junio de 1905, se afirmaba que el autor comenzaba a brillar con luz propia, en el cielo de la hispana literatura. El 26 de julio de 1905, el Diario de Zaragoza escribía que, aunque se había dicho que Juan Blas no tenía estilo, se había ganado el título de buen novelista. Y añadía: su manera de hacer es sencilla, espontanea, natural. Por todo ello merecía ser aplaudido y estimulado, para que no abandonara el brillante camino emprendido.

El Diario de Avisos de Zaragoza, informaba el 26 de abril de 1915, que en el salón de fiestas del Centro Mercantil de Zaragoza, donde tenía su sede el Ateneo, Mariano Baselga Ramírez iba a disertar sobre el cuento aragonés, dando lectura a cuentos de Peiró, Allué, Mercadal, Pamplona, Casañal, Baselga, García Arista, Matheu y Juan Blas.

En mayo de 1918, Juan Blas se encontraba enfermo y excusó su participación en una velada literaria, promovida por la Junta Directiva del Círculo Católico, con motivo de la entrada del nuevo obispo a la Diócesis. El 18 de abril de 1921 pronunció un discurso, en el acto de inauguración del edificio construido en Calatayud para Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, por disposición testamentaria de José Domínguez y Martín, que editó El Regional.

Juan Blas falleció el 25 de octubre de 1923 en su casa de la plaza de Marquina de Calatayud. Al conocer la noticia, el alcalde propuso que constara en acta la condolencia de la corporación por su pérdida y que su retrato, debido a José Llanas Senespleda, formara parte de la galería de bilbilitanos ilustres, que él mismo había inaugurado siendo alcalde. Una comisión municipal daría cuenta a la familia de los acuerdos tomados.

El 11 de diciembre de aquel mismo año, varios periódicos zaragozanos reseñaron el homenaje, que se había tributado a Juan Blas en el Centro Mercantil de Zaragoza. Para asistir a este acto se habían desplazado el alcalde de Calatayud, Antonio Bardají, el vicario general, Valentín Marco, López Landa, Juan Francia, hijo político, Sixto y Ángel Celorrio, e Iñigo Gracián, en representación de la Diputación. Presidió el acto el presidente del Centro Mercantil, Arturo Romaní. Juan Moneva pronunció una conferencia, sobre la personalidad de Juan Blas, de alto valor biográfico y crítico. Se leyó una carta de Rafael Pamplona, en la que estudiaba al novelista, poeta popular, cuentista y versificador fallecido. Sixto Celorrio leyó unas coplas de jota del homenajeado y López Landa un cuento, Pedro de la Fuente, abogado fiscal de la Audiencia, una poesía titulada «La Cruz», Salvador Minguijón un trabajo que había publicado años atrás sobre Sarica, Juan Francia agradeció a todos este recuerdo de parte de la familia y Bardají cerró el acto, relatando episodios de su niñez, cuando era alumno del Colegio de segunda enseñanza, elogiando la condición de pedagogo sobre la de novelista.

Heraldo de Aragón publicaba el 6 de enero de 1924, que aquella misma tarde se iba a colocar el retrato de Juan Blas en el salón de sesiones del ayuntamiento. Este mismo periódico y El Noticiero, dieron cuenta de este homenaje en sus números del 8 de enero. Aprovechando esta velada necrológica, organizada por los discípulos de Juan Blas, se iba a colocar su retrato en la galería. En el salón de actos se citaron todas las autoridades, discípulos y vecinos de la ciudad. Se leyó el acta, con el acuerdo tomado por la Corporación de colocar el retrato de Juan Blas, cuyo honor recayó en el discípulo y entonces alcalde, Antonio Bardají. Aguilar leyó una composición de costumbres aragonesas. En nombre de los antiguos alumnos, intervino Salvador Minguijón y Juan Moneva en nombre de la comisión organizadora. Minguijón señaló: Vosotros colocáis su retrato en esta Galería, pero es porque antes él os dio el retrato perfecto de Calatayud, en lo más profundo de nuestro corazón. Juan Francia leyó unas cuartillas que había enviado el hijo mayor de Juan Blas, que no había podido asistir al acto. En ellas escribía: Cuando veamos los árboles que él plantó rigiendo los destinos de Calatayud, podremos decir con don Ramón Ortega, nos ha dejado su sombra bienhechora. El alcalde cerró el acto leyendo las adhesiones, agradeciendo la asistencia y la colaboración de todos los presentes.

El 24 de marzo de 1945, El Noticiero informaba que en la última sesión del ayuntamiento y a propuesta del alcalde, se había acordado dedicar a Juan Blas una de las calles de nueva construcción, coincidiendo con la conferencia que José María López Landa había pronunciado en el Ateneo de Zaragoza. Esta conferencia la reseñó El Noticiero en su número del 18 de marzo. Se había celebrado en el salón de actos del Centro Mercantil, bajo la presidencia de Emilio Laguna Azorín, presidente del Ateneo. José Valenzuela había presentado a López Landa, director de la Biblioteca Gracián, que dedicó su discurso a Juan Blas en todas sus facetas, como escritor y docente.

El Noticiero del 11 de noviembre de 1952, daba cuenta que la comisión encargada del homenaje a Juan Blas, con motivo de su centenario, compuesta por Pedro Montón Puerto, José Llanas Senespleda, José Galindo Antón y José María Ramírez de la Fuente, estaba ultimando los detalles del acto. Se contaba con Luis Horno Liria y con otro bilbilitano, al que se había invitado. El ayuntamiento había acordado por unanimidad, cooperar económica y moralmente con este homenaje, nombrando a J. Luis Sancho López para que formara parte de esta comisión.

El mismo periódico, el miércoles 19 de noviembre, señalaba que Luis Horno Liria, profesor de la Universidad de Zaragoza, había sugerido la idea de celebrar este homenaje, en conmemoración del centenario de Juan Blas. Desde la prensa, Montón Puerto había recabado apoyos para solicitar al ayuntamiento su patrocinio. Esta iniciativa había sido secundada por José Galindo, Ramírez de la Fuente y Llanas Senespleda. Este acto literario tendría lugar el domingo 16 de noviembre en el Teatro Principal, bajo la presidencia de las autoridades locales. Intervinieron Luis Horno, que cantó las virtudes de Juan Blas, el hijo de éste, que era general intendente de la Armada, y Juan Francia, hijo político y abogado. También participó Pedro Montón. Galindo leyó un trabajo del notario establecido en Barcelona, Fausto Navarro Azpeitia. Se leyeron varias adhesiones a este acto, en recuerdo de Juan Blas: ciudadano ejemplar, padre, jurisconsulto, profesor, novelista y católico. Joven leyó la poesía «La cruz», consideraba como lo mejor de su producción poética, y Juan Blas Domínguez cerró el acto, dando las gracias a Calatayud, a la Comisión organizadora, autoridades y participantes.

Documentos consultados:

Archivo Histórico Nacional (AHN), Universidades, 6392, Exp. 9.

AHN, Universidades, 3700, Exp. 20.

Archivo Municipal de Calatayud, Sig. 953-27.

Blas y Ubide, J. (1993): Sarica la borda, La Val de Onsera, Zaragoza, prólogo de Luis Horno Liria.

Horno Liria, L. (1953): «Blas y Ubide a distancia», Separata de Archivo de Filología Aragonesa, V, IFC y DPZ, Zaragoza.

Juan Blas y Ubide, alcalde y escritor bilbilitano (1852-1923). Introducción biográfica y edición facsimilar del folleto de presentación en 1908 de la «Galería de retratos de bilbilitanos ilustres», Ayuntamiento de Calatayud, 2014.

López Landa. J. M. (1951): Recuerdos escolares, Gráficas Ruiz, Calatayud.

-(1979): Historia de Calatayud para escolares, CEB, Calatayud.

Modismos dialectales de Calatayud, recogidos por D. Juan Blas y Ubide (1877), edición facsimilar, Publicazions d’o Consello d’a fabla aragonesa, Uesca, 2007.

Montón Puerto, P. (1952): «Mesones y Blas y Ubide», revista Aragón, noviembre-diciembre.

-(1976): «Escritores, periódicos de Calatayud en su contexto social», Cuadernos de Aragón, 8-9, IFC, Zaragoza.

Sánchez Portero, A. (1969): Noticia y antología de poetas bilbilitanos, Calatayud.

Urzay Barrios, J .A. (1995): Educación, cultura y sociedad en Calatayud durante el primer tercio del siglo XX, IFC, Zaragoza.

Fotografías:

Colegio la Correa. Cuadro de Honor de octubre de 1865. Archivo Municipal de Calatayud.

Memoria del Instituto del Noviciado de Madrid, curso 1867-1868.

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